El saludo de Davide Prosperi a monseñor Mario Delpini (Pino Franchino/Archivo CL)

El saludo de Davide Prosperi

Las palabras del presidente de la Fraternidad de CL al término de la celebración por el 19° aniversario de la muerte de don Giussani. Duomo de Milán, 26 de febrero de 2024

Excelencia, le agradezco en nombre de todas las comunidades de Comunión y Liberación presentes en la diócesis de Milán que celebre con nosotros esta Santa Misa dedicada a don Giussani y a la Fraternidad, acogiéndonos en esta preciosa catedral.
Le agradezco especialmente sus palabras de esta noche, que son para nosotros un signo de la cercanía y del afecto que expresa constantemente ante la vida de nuestras comunidades, sus responsables y cada uno de nosotros, haciendo de su guía autorizada un signo concreto y seguro del abrazo de la Iglesia a todos nosotros.

En el camino que estamos recorriendo de obediencia al Papa y a la Iglesia, que es también un camino de renovación y redescubrimiento de lo que es esencial en el carisma que Dios ha donado a don Giussani y que nosotros hemos heredado, hay un punto fundamental al que deseamos poder mirar, como dice la intención de esta celebración, dirigida a la Virgen: la unidad entre nosotros siguiendo a la Iglesia. Conscientes de la tarea que se nos ha confiado, deseamos hacer memoria de don Giussani cuidando sobre todo nuestra unidad –como nos exhortaba el Santo Padre en una carta que ha enviado recientemente a todo el movimiento– para contribuir así a la construcción de la Iglesia y, si Dios quiere, llevar al mundo el anuncio de que la presencia de Cristo es la esperanza para los hombres y mujeres de todos los tiempos.

El ímpetu de la misión, del don de nosotros mismos respondiendo a la llamada que hemos recibido, nos ayuda a identificarnos con el «corazón henchido» y desbordante de don Giussani cuando subía los escalones del liceo Berchet, justo aquí en Milán, dando inicio a la gran aventura de la que formamos parte y por la que estamos hoy aquí. Y lo que más estamos percibiendo en el camino de este año, Excelencia, se refiere justamente al origen de nuestro estar juntos: de hecho, es por una correspondencia experimentada e irresistible con el corazón, a través del carisma concedido a don Giussani, e iluminada por la gracia de la fe, por lo que nos hemos ligado al acontecimiento de Cristo en la forma de esta compañía. No estaríamos aquí si algo no hubiera tocado profundamente nuestra humanidad, hasta llegar a decir como san Pedro en esos momentos en que nuestra medida queda superada por una medida más grande: «Nosotros tampoco comprendemos, pero si nos alejamos de ti, ¿adónde iremos? Solo tú tienes palabras que explican la vida». En un texto inédito que acabamos de publicar, don Giussani nos recuerda que «el cristianismo es la historia de los hombres que de algún modo, al entrar en contacto con este acontecimiento, con el acontecimiento de Cristo, con este hecho histórico, lo siguieron, cada uno como podía, cada cual como puede. (…) La moralidad es una tensión que acontece como un seguimiento, y uno sigue como puede, como es capaz, según la gracia que se le concede».

Renovamos por tanto nuestra disponibilidad total para responder como podamos a las necesidades de la Iglesia y nos encomendamos a usted y a sus oraciones para reafirmar aún con más fuerza, conscientes de todos nuestros límites, lo que nos preocupa más que cualquier otra cosa: Cristo, el “Dios hecho hombre”, nuestra alegría y nuestra salvación.
¡Gracias, Excelencia!

Davide Prosperi