Monseñor Philip Egan

Monseñor Egan: «Gran Bretaña, volver a empezar de las buenas nuevas»

El obispo de Portsmouth observa el momento histórico del Reino Unido. Entre Brexit y secularización, la amarga comprobación que mucha gente vive en la ignorancia del Evangelio. ¿El desafío mayor? «Reavivar el sentido religioso». Incluso en los católicos.
Luca Fiore

La primera ministra británica Theresa May, en el medio de las espinosas negociaciones para la puesta en marcha del Brexit, ha encontrado el tiempo de crear el nuevo “ministerio de la soledad”. En Italia, la noticia suscitó risas, pero, más allá de la terminología, el fenómeno que es social y sanitario afecta a 9 millones de personas en Reino Unido. «Es la punta del iceberg», comenta monseñor Philip Egan, obispo de Portsmouth, diócesis inglesa en el oeste de Londre, con dos millones y medio de habitantes y 20 mil feligreses católicos. El de Egan es una perspectiva privilegiada, lo suficientemente lejos de las dinámicas peculiares de la capital británica, de allí se ven muy bien los problemas y las oportunidades para los católicos ingleses de hoy en día.
El obispo de Portsmouth, en los últimos años, además, ha tenido la oportunidad de conocer la realidad de CL en Gran Bretaña y, tras la partida de José Claverie, párroco en su diócesis por algunos años, ha pedido y conseguido dos nuevos curas de la Fraternidad San Carlos (Raffaele Cossa y Luca Speziale). «Me asombra mucho Comunión y Liberación», confiesa: «Y estoy deseando apoyar su trabajo, su misión en nuestra diócesis, porque para mí es exactamente el tipo de realidad que ayuda a las personas a reflexionar sobre sus vidas y sobre la persona de Jesús Cristo».

El Reino Unido está viviendo un momento clave de su historia. ¿Cuáles son los desafíos de la Iglesia, hoy, en vuestro país?
Sì, Gran Bretaña está viviendo un momento de profundo cambio. Cuando camino por Portsmouth veo a cada vez más mendigos. La gente pierde el trabajo, cada vez más personas no tienen otro remedio que recurrir a las instituciones que reparten comida. No recuerdo ver una situación similar hasta hoy. No obstante, para mí, el reto clave sigue siendo espiritual: el desafío del consumismo y de la secularización que lleva la religión fuera del ámbito público. La grande pregunta es ¿cómo se reaviva el sentido religioso de las personas y de las familias, para fortalecer el patrimonio cristiano de nuestro país? Existe una vasta ignorancia desde un punto de vista religioso, sobre todo entre aquellos que estan al mando del sistema público y a veces incluso entre los políticos. Nuestra tarea es ayudar a las personas a encontrar a Jesús Cristo y fortalecer su propia fe. Esto facilitarà el renacimiento del Reino Unido.

En su última pastoral escribe que el primer nivel de evangelización es el que hay que llevar a cabo entre los católicos. ¿En qué sentido?
Nosotros, los creyentes, siempre necesitamos ser educados a la fe, esto es necesario para poder atestiguar el Evangelio a todos: es como inspirar y espirar. Por un lado, sabemos que en mi diócesis el 87% de los católicos no practica la fe. Por esto, se trata de re-anunciar la fe a quien la ha abandonado. Por otro lado, queremos dirigirnos a los 3 millones de personas no creyentes. Es un desafío gigante. Cada uno tiene su relación con Dios, que solo Él conoce. Sin embargo, está claro que mucha gente vive en la ignorancia porque nadie les anuncia el Evangelio de forma eficaz. A veces acontece porque en la Iglesia estamos ocupados en debates internos, importantes, pero no decisivos («¿los curas deben casarse?», «¿Hay que celebrar la misa en latín?»). La misión principal de la Iglesia, en cambio, es proclamar las buenas nuevas. A nosotros mismos y a los demás.

Londres desde la catedral católica de Westminster

A menudo, usted repite que el mundo de hoy está dominado por «el utilizo científico de la razón». ¿Por qué esto representa un problema? ¿Se trata de un problema incluso para los católicos?
Si acudiese a una escuela católica normal y preguntase: «¿Cómo podemos estar cierto de algo?», la respuesta sería que es la ciencia que nos facilita la verdad. Mientras que la religión se la considera una “opinión personal”. Esta es la mentalidad común, incluso entre los católicos. Yo no tengo nada en contra de la ciencia, obviamente. Todo lo contrario. Los avances que nos permite son fantásticos. Sin embargo, no agota el conocimiento del hombre y no nos garantiza la felicidad. Este es la razón por la cual la visión católica no propone una elección binaria: ciencia o religión. Necesitamos ética, música, poesía y amor. Son todas formas de conocimiento y actividad humana. ¿Por qué no tenerlas en cuenta?

Sin embargo, es difícil que este tema forme parte del debate público.
Sì, no se habla sobre este tema cuanto se debería. Los medios suelen jugar a contraponer el científico ateo al creyente integrista. El debate será por supuesto divertido para el espectador, pero sirve un dialogo más profundo para entender los factores en juego.

El utilizo de la razón es uno de los temas de La belleza desarmada de Julían Carrón.
Sì, una de las tesis fundamentales del libro es que los europeos sean, en algún modo, desconectados de la realidad. Considero su reflexión sobre la razón en el entorno europeo post-moderno muy reveladora. Él aborda el tema de la libertad humana y de nuestro compromiso con la realidad mediante la razón. Me llama la atención que Carrón subraye que, al final, es Jesús el único que nos permite comprometernos de verdad con la realidad. Mi background es distinto: Carrón tiene a Giussani, yo al teólogo canadiense Bernard Lonergan, sin embargo, me parece que muchos comentarios sean útiles y en línea con mi sensibilidad. Pero lo que más me ha encantado del libro es el discurso sobre el sentido religioso.

Cada uno tiene su relación con Dios. Sin embargo, está claro que mucha gente vive en la ignorancia porque nadie les anuncia el Evangelio de forma eficaz

¿Por qué?
Como católicos somos muy buenos a adoctrinar y facilitar informaciones. La liturgia se vuelve pesada, los símbolos poco claros. Sin embargo, reavivar el sentido religioso es otra cosa.

¿Cuál aspecto de la enseñanza de Papa francisco considera más difícil y desafiante?
De papa Francisco me encanta la franqueza y su énfasis en la persona y en su necesidad de salir al encuentro de la gente que vive en las periferias. Además, me parece genial el Laudato sì: hacía falta un documento que juntase el pensamiento católico sobre la salvaguardia del medioambiente y la visión profética de Francisco que nos pide una conversión a un estilo de vida más sostenible. En los primeros años de episcopado me resultó muy útil la encíclica Evangelii Gaudium, es un texto muy sabio, rico de ideas prácticas, que invita a pasar del mantenimiento de “lo que tenemos” a la misión de evangelización.

¿Qué es lo que le ayuda más a vivir su vida como Obispo?

La adoración eucarística. Por la mañana, estar con Jesús Cristo en la Santa eucaristía por una hora o más. Me levanto muy temprano y rezo las oraciones del Oficio Divino. Luego hago una hora de Adoración y celebro misa. No sé como un cura pueda sobrevivir sin dedicarle tiempo al Señor cada día. Un obispo, es precioso serlo, pero también difícil, no es capaz de enfrentar nada sin saber que el Señor le está cerca, y que está de su parte. La única forma para valorar esto es pasar del tiempo con Él. Cuando me ordenaron Obispo elegí como lema episcopal In corde Jesu, en el corazón de Jesús.

Un obispo, es precioso serlo, pero también difícil, no es capaz de enfrentar nada sin saber que el Señor le está cerca

¿Cómo describirías su relación personal con Jesús?
Es en primer lugar una amistad. Que crece mediante el estudio, la Lectio Divina, la oración. Es así que encontramos a Su persona. Luego, existe también la conciencia de ser un sucesor de los apóstoles: es una llamada a estar con Él en términos de responsabilidad hacia los feligreses, sobre todo los curas, los diáconos, la gente que me ha encomendado, cómo pastor de un rebaño. Es la conciencia de actuar in persona Christi, de estar en Cristo, en su piel, de ser pecador y consciente de la necesidad de gracia y de perdón, pero también de ser Sus manos y Sus pies, Su embajador para los demás y para el mundo.