Amets Arzallus Antia (NY Encounter)

«Me he encontrado con el dolor»

El Papa ha recomendado su libro, “Hermanito”, dedicado al drama migratorio. Amets Arzallus Antia ha sido uno de los protagonistas del New York Encounter
Tommaso Baronio

«Recomiendo el libro Hermanito, que nos ayuda a entender lo que es la travesía del desierto, el tráfico de personas, la prisión, la tortura, el viaje por mar». No es muy frecuente que el papa Francisco dé sugerencias de lectura. Esto sucedió durante una conversación con los jesuitas de Malta en 2022, cuando señaló este libro de Amets Arzallus Antia, cuya primera edición se publicó en vasco en 2019. Es el relato de la odisea de Ibrahima, un hombre de Guinea que parte en busca de su hermano menor, que se había marchado con rumbo a Europa pero nunca llegó. Una historia real con la que el escritor se topó casi por casualidad. El libro acaba con un poema sobrecogedor: «Ahora ya lo sé, el mar no es un sitio para sentarse. / Y tú, tantas veces mencionado, / estarás pensando quién eres. / Tú quizá eres un policía, / el que decide sobre mi asilo / tras la mesa de una comisaría. / Tú verás / qué hacer conmigo. […] O simplemente / tú eres tú / el que ahora lee este poema. / Te preguntarás / ¿ese tú soy yo? / Sí / si quieres / ese tú eres tú, / pero yo no, / yo soy Ibrahima, / y esta es mi vida».
Antia es un poeta; un bertsolari para ser más exactos, que es una forma de literatura oral tradicional en el País Vasco. Durante un tiempo se dedicó al periodismo para luego dejar la profesión y dedicarse por completo a la poesía. Fue uno de los protagonistas de la última edición del New York Encounter, donde compartió mesa con Tawakkol Karman, Premio Nobel de la Paz 2011, para hablar de la Fratelli Tutti, la encíclica de 2020. «Cuando mi editor me llamó para decirme que el Papa había recomendado mi libro, creía que estaba de broma. Luego escuché sus palabras y, aparte de sorpresa, sentí una gratitud inmensa».

¿Cómo nació Hermanito?
Yo pertenecía a un grupo de voluntarios que se dedicaba a ayudar a los inmigrantes con la burocracia y los trámites informativos. Mi ciudad está situada en el País Vasco francés y por allí pasan un montón de migrantes que se dirigen hacia el norte para entrar en Francia.

New York Encounter

¿Fue así como conoció a Ibhraima?
Sí, hace seis años. Estaba tratando de entender cómo planificar su vida y tenía que pedir asilo. Para eso hay que ir a la comisaría y no era fácil, así que le eché una mano, le hice una entrevista para abrir un informe con su historia y facilitar todo el proceso burocrático. Desde el principio supe que esa historia sería un libro.

¿Cuándo lo pensó?
Cuando nos conocimos dijo una frase que me sorprendió: «Hermano, yo no quería venir a Europa». Ahí me di cuenta de que tenía una historia que no me podía ni imaginar. Una historia muy diferente de nuestros prejuicios. Ibhraima tiene una forma de expresarse preciosa, debido también a la tradición del relato oral que existe en su tierra. Durante la entrevista nos hicimos amigos. Teniendo en cuenta todo esto, pensé que podíamos hacer algo más que trámites.

¿Cómo fue el viaje de Ibrhaima?
Una odisea. Viajó durante cuatro años. Luego pasó casi cinco en España sin papeles, pues no consiguió el asilo, y nunca pudo volver a casa con su familia.

¿Qué cambió en usted ese encuentro?
Para mí ha sido toda una escuela. He aprendido lo que significa ser migrante en el norte de África y lo que significa ser migrante en Europa. He aprendido que un analfabeto es capaz de hacer literatura. Y me he encontrado con el dolor que describe la prensa de un modo aséptico.

¿Cómo se conjuga una mirada humana con las dificultades de los gobiernos para afrontar la emergencia migratoria?
Creo que es muy importante acercarse más al problema y mirarlo desde una perspectiva humana, no reducirlo a estadísticas y cifras, pues se trata de personas que están sufriendo. Si se mira desde esa perspectiva, creo que puede haber un cambio de conciencia.

¿En qué sentido?
En el sentido de gastar menos donde se puede gastar menos, como en los fondos asignados a preparar guerras, que sean para construir humanidad. El problema más profundo es la mirada que tenemos hacia el migrante, al que vemos como “otro”, un extraño, cuando es igual que nosotros.