Portada de un libro de Horacio Armani

Horacio Armani y su búsqueda del misterio

Bergoglio lo citaba en su intervención de 1998 que hoy es prólogo a la última edición de El sentido religioso. Nos acercamos al poeta argentino que murió hace diez años
Ana Ferrero y Alicia Saliva

«Quien lee sus poemas encuentra un sabio planteamiento de preguntas abiertas a una respuesta». Estas palabras del cardenal Jorge Mario Bergoglio al presentar en Buenos Aires El sentido religioso (con una intervención que sirve de prólogo a la última edición, ndr) se refieren al poeta argentino Horacio Armani (1925-2013), crítico literario, antólogo y traductor de poesía italiana. El entonces cardenal, como suele ocurrir cuando menciona en sus escritos a artistas señeros para su vida, nos dio la clave de lectura de este reconocido poeta argentino. Quisimos seguir esta sugerencia de encuentro humano con Horacio Armani, y nos encontramos con versos de gran hondura, que logran decir el punto más dramático de nuestra búsqueda existencial:

...Días hubo en que amé solamente el deseo:
la luz y la pobreza me tocaron. Entonces,
¿qué persuasión o qué renuncia tendrá la imagen única
que abrirá estérilmente las grandes puertas inviolables?
...

“Para vivir, para morir” (del libro Para vivir, para morir)

Belleza y misterio
El tono de su poesía despierta el deseo de saber más, de intuir el secreto que esconde la realidad con la que nos topamos todos los días. Cada palabra con la que da cuenta de ella tiene en sus versos un papel decisivo, esencial. Este anhelo permitiría a Horacio Armani plantear con seriedad algunas preguntas, nombrar lo imposible, mirar el mundo a la espera de algo:

«Pensar la realidad presupone ya una actitud de prevención y estudio que en el lírico es generalmente aleatoria: su estado esencial es el de dejarse vivir por ese misterio que es la realidad para extraer de ella la intuición que se condensará en el poema, quizás en una sola línea del poema. (…) Y un poema tiene pocas probabilidades de perdurar si en él no anida un estremecimiento de belleza y misterio expresado en un lenguaje intransferible y único».

Así, de esta manera tan bella y certera, se expresaba Armani en su discurso inaugural como miembro de número de la Academia Argentina de Letras en 1986. Describe la vida toda, y dentro de ella la del poema, a partir de signos y experiencias. Nos da a conocer, y desear por sana envidia, esta actitud suya de profunda búsqueda, su estar delante del misterio sin atenuarlo.

El problema del hombre
Para este gran poeta la vida se desenvuelve como deseo. Persiste en él, desde joven, la sensación de lo inalcanzable y la necesidad de encontrar, a través de las palabras, algo que revele el mundo, que nos permita entrever su belleza, como afirmaría su amigo Rafael Felipe Oteriño en un homenaje que le rindieron el 26 de mayo de 2022:

«Los años vividos en su pueblo natal le dejaron la sensación de lo inalcanzable: es posible concebir la belleza, pero su dominio es huidizo; es dable entrever a Dios, pero hay que merecerlo; la vida es antes un ansia que una realización; una metáfora más que un bien disponible».

Este anhelo de felicidad es una herida abierta que no alcanza a cerrar, que no logra colmar el deseo del corazón:

...Quizá
las aves saben.
Quizá los resplandores
de la luz, los colores
que adulan la esperanza.

La belleza utiliza
materias abusivas
para un solo argumento.
¿Su designio? Un enigma
que hace cantar a seres
al margen de la vida
...

“Aves” (del libro Los días usurpados)

Esa felicidad, esa belleza, se añoran porque de algún modo fueron intuidas, quizá vislumbradas en forma de «entrevistas islas». Así se lo confía, como al oído y en medio de la angustia, a un poeta amigo recién muerto, Raúl Gustavo Aguirre:

...Amigo, ¿duermes? –murmuré. Ahora que sabes
todo, dinos qué es la poesía. Ahora dinos
qué significa esta condena de palabras e imágenes
y qué es esta memoria que nos lleva al naufragio
con entrevistas islas donde habita
una belleza inacabable


“In memoriam” (del libro En la sangre del día)

La inquietud del corazón
Las palabras lo mueven y conmueven. Su mujer, la escritora María Esther Vázquez, advierte en su obra una primera etapa de poesía idílica cerca del paisaje de la pampa, y luego una tendencia que se vuelca más a escribir sobre otras realidades insoslayables, como el entorno ciudadano, lo social, la soledad: «Vivo en una ciudad donde todos se ignoran (...) los que acumulan su hastío personal (...) yo padezco aquí la temible soledad…». Pero fundamentalmente lo preocupará una aguda inquietud en su búsqueda de Dios:

...En medio de los días
golpeamos y golpeamos
en millones de puertas,
de rostros, de minutos,
sin que nadie responda.
¿Cuándo derribaremos
ese invisible límite?
¿Hasta cuándo la vida
será solo una vaga
sensación de renuncia,
un grito hacia el vacío
para que nos comprendan?
...

“Los muros” (de su libro Los días usurpados)

Lo incomprensible, sí, pero junto a la belleza y la felicidad. Es leal y sincero con su corazón, cuando hay alguna luz no duda en dar cuenta de ella:

...Donde empieza el destino a ser feliz
todo puede tocarse y comprenderse,
saber la luz, hundirse en su raíz.

Hasta Dios puede hablarnos desde allí,
y uno mismo parece sorprenderse
de estar viviendo y siendo porque sí
...

“De la felicidad” (del libro En la sangre del día)

Toda su obra gira en torno a la necesidad de un significado, hasta llegar a preguntarse:

...Qué luna, qué regalo…
Sería tan sencillo… y sin embargo (…)
Para llorar más solos que nunca la desdicha
de no saber por qué todo nos mata,
de no saber por qué somos esclavos
...

“No saber” (del libro El sueño de la poesía)

Un grito siempre presente en el corazón lo mueve a escribir. Acepta el desafío de cuestionarse y, por ello, nos invita a cuestionarnos. Sus poemas tienen un horizonte de belleza capaz de despertarnos a la novedad y apartarnos de posturas cómodas o instaladas.
Horacio Armani, una voz que nos llama a amar el misterio de nuestra vida, a plantearnos –otra vez– preguntas esenciales, preguntas abiertas a una respuesta. No hay mejor manera de concluir esta semblanza que estas palabras del papa Francisco: «Los poetas en sus empeños creativos ayudan a leer el misterio de la vida humana (…) La palabra literaria es como una espina en el corazón que te mueve a la contemplación y te pone en camino. La poesía es abierta, te lanza a otro lugar».