H.U.von Balthasar - L. Giussani, "L'impegno del cristiano nel mondo" (Jaca Book). Con prólogo de Julián Carrón. (Foto: Filmati Milanesi)

BALTHASAR-GIUSSANI. Dentro del compromiso de Dios con el mundo

En el Centro Cultural de Milán se ha presentado la reedición del diálogo entre el teólogo suizo y el fundador de CL en 1971. Esta vez los protagonistas han sido el vicario ambrosiano, monseñor Paolo Martinelli, y el periodista Claudio Mésoniat
Luca Fiore

Son apenas 144 páginas. Un libro pequeño. Pero L’impegno del cristiano nel mondo (El compromiso del cristiano en el mundo), que recoge el diálogo entre Hans Urs von Balthasar y don Luigi Giussani en Einsiedeln (Suiza) en 1971, da cuenta de un nudo fundamental, no solo en la historia del movimiento de Comunión y Liberación sino de toda la Iglesia del siglo pasado. Si lo que cuentan estas páginas no resultara de gran actualidad, poco importaría que Jaca Book lo haya vuelto a publicar con un prólogo de Julián Carrón. En cambio importa, y mucho.

Se hizo evidente durante el encuentro del pasado jueves en el Centro Cultural de Milán, en el que participaron monseñor Paolo Martinelli, obispo auxiliar de Milán y gran conocedor del teólogo de Lucerna, y Claudio Mésoniat, exdirector del Giornale del Popolo y testigo de aquel encuentro en Einsiedeln en su época de universitario.

Stefano Alberto, al presentar a los ponentes, señaló que «este libro tiene un valor que el tiempo está desvelando en toda su profundidad. No solo porque es el testimonio del primer encuentro entre ambos sino porque al lector atento no se le escaparán juicios profundamente pertinentes para el momento tan complicado y fascinante que estamos viviendo».

La sala del Centro Cultural de Milán donde se celebró el encuentro

Lo primero que llama la atención es que «el hombre más culto de nuestra época», como lo definió otro de los grandes del pensamiento cristiano, Henri de Lubac, aceptase intervenir en un retiro de ejercicios espirituales para sesenta universitarios de poco más de veinte años de edad. Es cierto que la invitación procedía de un profesor de Derecho canónico de la Universidad de Friburgo, Eugenio Corecco (más tarde obispo de Lugano), y de un Angelo Scola recién ordenado sacerdote (hoy cardenal). Pero, según Mésoniat, Balthasar «aceptó también porque estaba lleno de curiosidad, nos dijo, por un pequeño documento que a Scola se le ocurrió incluir con la invitación. Se trataba de una cuartilla que por aquellos meses estaba repartiendo nuestra comunidad, invitando a nuestros compañeros a varios encuentros públicos, no solo a los cristianos sino a “todos aquellos en la universidad que se comprometen y trabajan por la liberación del hombre”, y dentro hablábamos de “relaciones sociales nuevas, que ya no se vean alienadas por la estructura del capital”». Aquel manifiesto ya iba firmado por Comunión y Liberación, nombre que tenía pocos meses de vida.

El periodista recuerda que el teólogo desarrolló más que lo que refleja el libro la cuestión de los mesianismos de origen judío, vistos como fuente de las ideologías imperantes en aquel momento, el marxismo y el freudismo. «Lo recuerdo bien porque nos llamó mucho la atención aquel excursus de Balthasar y creo que él había captado, sobre todo en el lenguaje de nuestro manifiesto, la necesidad que teníamos de profundizar en esa cuestión».

«Nos llamó la atención que Balthasar hubiera captado la necesidad que teníamos de profundizar en esa cuestión»

El marxismo, explicó Balthasar, también escondía esta raíz hebrea tras una fachada descreída y atea, mostrando una especie de impaciencia por el “reino prometido” al pueblo judío, cuya espera no acababa nunca. Una raíz religiosa, por tanto, camuflada bajo una armadura de pretensión científica absoluta. «Descubrirlo era una vacuna muy útil para nosotros, jóvenes que en aquel tiempo estaban inevitablemente expuestos a los cantos de sirena del marxismo».

Pero, como reconoció el propio Mésoniat, no fue tanto esa “vacuna” lo que lo mantuvo ligado a la experiencia que nacía del carisma de don Giussani, sino el hecho de que el sacerdote italiano «me fascinó al mostrarnos cómo la liberación total y definitiva había acontecido en Cristo, que había tomado sobre sí todas las injusticias sociales, todos y cada uno de los males personales, hasta la muerte, llevándolas a la Cruz y venciéndolas en la Resurrección».

Stefano Alberto y Claudio Mésoniat

El tiempo, por tanto, decía don Giussani en total consonancia con Baltahsar, es dado a los cristianos, liberados por Cristo, para entrar de su mano en este flujo de liberación y colaborar en su manifestación. El compromiso de los cristianos con el mundo –y esta es la clave de bóveda de la intervención de Von Balthasar en Einsiedeln– se inserta en el compromiso de Dios con el mundo (Dios nos primerea, dirían hoy en Santa Marta).

Para explicar esto, monseñor Martinelli –en una intervención muy densa– detalló los términos del debate teológico de los años inmediatamente siguientes al Concilio, centrado en el intento de superar aquella distancia, aparentemente insalvable, entre la Iglesia y el mundo, la fe y la vida. «En las meditaciones de Balthasar en El compromiso del cristiano en el mundo se percibe el eco de la polémica con Karl Rahner, inspirador de la teoría del “cristiano anónimo”, que imaginaba una oferta de la gracia sin un acto explícito de fe en el Dios de Jesucristo, que podía hacer superfluo, al menos en sus interpretaciones más radicales, el sentido de la misión cristiana y sobre todo hacer que se perdiera el sentido del acontecimiento de Cristo en su singularidad redentora». Ya no sería necesario un anuncio de este acontecimiento, y entonces el cristiano podría “confundirse” en el mundo. La gracia haría el resto. Pero para Balthasar (y para Giussani) no podía ser así.

El compromiso de los cristianos con el mundo se inserta en el compromiso de Dios con el mundo

En la propuesta que emerge de este libro, continuó Martinelli citando la introducción de Julián Carrón, «el lugar donde se explora la pertinencia antropológica de la fe no es una teoría sobre la relación Iglesia-mundo, sino la libertad. “Si la libertad no encuentra un objeto adecuado que la catalice, el hombre se queda como paralizado en el centro de su propio yo”».

Libertad, ¿pero en qué sentido? Balthasar repite insistentemente que solo el compromiso radical de Dios en el mundo, a través de Jesucristo, funda el sentido y la forma del compromiso del cristiano en el mundo. Es la acción de Dios a la que el hombre cede.

Monseñor Paolo Martinelli

«Es este compromiso de Dios lo que anima al cristiano a asumir todo lo humano en su integridad, en su fragilidad, en su condición mortal, sin descuentos. “El sudor y la sangre del hombre no se derraman en vano”. El compromiso del cristiano se convierte en una pasión por lo humano, por la humanización del mundo, hecha posible por haber conocido el designio bueno de Dios para cada uno».

Por eso resulta decisivo en el compromiso del hombre con las circunstancias, continúa Martinelli, «permanecer en el origen, que es el acontecimiento que da sentido al mundo. Permanecer en el origen, dentro de la comunión dada, comunión que en la historia tiene el rostro de la comunidad cristiana».

«Permanecer en el origen es el acontecimiento que da sentido al mundo»

Balthasar anticipa en esto, de manera profética, algunas expresiones del Papa Francisco y nos pone en guardia frente al “triunfalismo” y el “neognosticismo”. Afirma el teólogo: «Proponemos una Iglesia pobre y sierva, que es la única que puede garantizar el contacto con el mundo, no en busca del éxito sino misionera… Esta Iglesia desmantela los bastiones que la defienden del mundo… Es un punto de apoyo hacia una meta que la supera. Es Dios, gracias a su mediación, quien debe actuar en el mundo».

Giussani retomó en Einsiedeln los contenidos de Balthasar y sacó a relucir su dimensión existencial. Ambos discursos convergían en el fondo en la palabra “testimonio”. «La conclusión del libro hace converger plenamente a Von Balthasar y Giussani sobre la figura del testigo», señaló Martinelli. «Esta es la exposición que se pide al cristiano en la forma del testimonio hasta el martirio, que es al mismo tiempo comunicación del hecho de Cristo e invocación para que Cristo cumpla en nosotros la verdad de todas las cosas con su vuelta. Por eso el volumen se cierra con las mismas palabras que la Biblia: ven, Señor Jesús».

Una última nota que quizás vale la pena destacar de la velada en el Centro Cultural es una observación de Von Balthasar citada por Mésoniat y que el teólogo habría hecho años después en un contexto privado. Se trata de una broma que dice mucho de la humildad de este gran pensador y de cuánto le impactó el encuentro con don Giussani y sus amigos: «Todo lo que me ha costado una vida de trabajo, todo, lo vive ya uno de vuestros chicos estando sencillamente dentro de vuestro movimiento».