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Europa. Por la paz, un horizonte ideal

El proyecto europeo, a prueba de conflictos, déficit democrático y progreso tecnológico. La contribución de la Compañía de las Obras de cara a las elecciones europeas
Compañía de las Obras

La Europa perdida
La Unión Europea está atravesando una etapa de dificultades que empezó con las últimas crisis financieras y luego se acentuó con la pandemia y la creciente competitividad global.
La falta de un crecimiento equitativo entre los estados miembros mina su autoridad moral, mientrs que los conflictos que están en marcha ponen en peligro su estabilidad.
Las preguntas sobre el papel de la UE, su identidad y las principales cuestiones abiertas (entre ellas, la transición energética y la sostenibilidad, la natalidad, el sistema de bienestar y la inmigración, la armonización fiscal entre los países miembros, la política exterior y de defensa, la ética y la tecnología, y el déficit democrático en las instituciones) afectan al funcionamiento cotidiano de todo el sistema económico-social, desde las empresas hasta los ciudadanos. Pero sería abstracto afrontarlas sin partir de la emergencia que actualmente es la que más pone en riesgo la totalidad del proyecto.

La emergencia de la paz
Los graves conflictos armados que han estallado en los confines de Europa ponen a prueba de forma radical el futuro del experimento europeo. Hay que concentrar todos los esfuerzos en el compromiso por la paz.
Es útil mirar al origen. En el centro del proyecto europeo no estaba la economía –que hoy en cambio prevalece– sino la posibilidad de construir una paz estable y duradera. La colaboración entre países vencedores y vencidos de la Segunda Guerra Mundial fue decisiva para sentar las bases de un futuro común sin conflictos y la economía demostró ser el medio más concreto para llevarlo a cabo. Por desgracia, lo que solo debía ser un medio se convirtió en el fin.
Ahora, el estallido de nuevas guerras y la carrera armamentística vuelve a ponernos trágicamente delante del riesgo que corremos. Si la guerra se prolongara, asistiríamos al fracaso definitivo e inapelable del proyecto de la Unión, atentando así contra el futuro de toda la familia humana, como repite continuamente el Papa Francisco. Aunque solo aceptar esta hipótesis como posible o incluso probable contradice el fundamento ideal sobre el que se construyó Europa.

Una Europa de pueblos por una democracia real
Para dar un futuro de paz y solidaridad a los pueblos europeos, los padres fundadores partieron de un concepto de la persona como “relación”. Con el tiempo, este concepto fue sustituido por otro más abstracto, el de “individuo”, atomizado y fragmentado, cada vez más temeroso y fácil de manipular. Dando espacio a un poder tecnológico cada vez más “inteligente” o a organismos tecnocráticos que sustituyen las dinámicas democráticas libres.
Hay que recuperar un concepto de democracia sustancial, que se traduzca en asumir una responsabilidad concreta por el bien común. En este sentido resulta significativo el lema oficial de la Unión, “Unidad en la diversidad”, que remite a una Europa de pueblos capaz de respetar y valorar las peculiaridades de cada estado miembro. Por el contrario, asistimos por parte de las instituciones europeas a peligrosas invasiones de terrenos que corren el riesgo de lesionar las tradiciones, culturas y economías de cada pueblo.
El Papa Francisco hablaba de “una Europa que valore plenamente las diferentes culturas que la componen, su riqueza enorme de tradiciones, de lenguas, de identidad, que son las de sus pueblos y sus historias; y que al mismo tiempo sea capaz, con sus instituciones y sus iniciativas políticas y culturales, de hacer que este riquísimo mosaico componga figuras coherentes” (2023).

El frente tecnológico
En una época que pone su esperanza únicamente en el progreso, los pocos que controlan los datos y la tecnología son capaces de condicionar la economía y las finanzas y, en consecuencia, los gobiernos y las instituciones.
El desarrollo tecnológico es crucial para el futuro de Europa y para ello conviene seguir el camino indicado por el Acta Europea de Inteligencia Artificial, un conjunto de normas que por primera vez intentan regular de forma sistemática un sector altamente competitivo pero escasamente regulado. También es necesario invertir en una formación profesional adecuada para permitir que las empresas puedan afrontar los enormes desafíos de la inteligencia artificial y de la transformación digital.

En un escenario como este, es fundamental que en las elecciones europeas del 8-9 de junio de 2024 se favorezcan propuestas y candidaturas políticas que ante todo contemplen un horizonte ideal que tienda concretamente al bien común de Europa, a partir de un compromiso incesante por la paz entre todos los pueblos y por la dignidad y libertad de toda persona.

Retomando las palabras del Papa Francisco, “el gradual y paciente trabajo de construcción de una Europa unida, en ámbitos primero particulares y después cada vez más generales, ¿qué tenía dentro como inspiración? ¿Qué ideal, sino el de generar un espacio donde se pudiera vivir en libertad, justicia y paz, respetándose todos en la diversidad? Hoy este proyecto está puesto a prueba en un mundo globalizado, pero puede ser relanzado partiendo de la inspiración original, que es más actual que nunca y fecunda no solo para Europa, sino para toda la familia humana” (2023).