Monseñor Luigi Negri (Foto: www.luiginegri.it)

Mensaje por la muerte de don Luigi Negri

Las palabras de Davide Prosperi tras el fallecimiento del arzobispo emérito de Ferrara-Comacchio, alumno de don Giussani en el Berchet y durante mucho tiempo uno de los responsables de CL

Queridos amigos:

Con gran dolor y al mismo tiempo con un sentimiento inmediato de gratitud he recibido la noticia de la subida al Cielo de nuestro querido don Luigi Negri. Otra piedra importante de nuestra historia que no se va, sino que sigue construyéndola misteriosamente, como hizo de manera apasionada todos los años de su vida.
Desde su «impacto en la juventud» por el encuentro con don Giussani, su profesor de religión en el liceo Berchet de Milán, se dedicó incansablemente a la construcción del movimiento de CL con inteligencia y afecto. Su preferencia le llevó inicialmente a la educación de generaciones de jóvenes, que luego siguió fielmente en su desarrollo, día tras día, por la vida adulta. Contribuyó así con entrega a acrecentar nuestra compañía por toda Italia como estrecho colaborador de don Giussani. Una entrega con la que siempre obedeció, realizando así con su vida las palabras con que solía definir una de las características de la humanidad de su maestro: «La humildad es la virtud de la obediencia».
Entre sus muchas cualidades, lo recordamos por su pasión misionera, con la que no perdía la ocasión de implicar al pueblo cristiano, y su fervor cultural, que se tradujo en una lectura inteligente de la modernidad a la luz del acontecimiento cristiano. Fue un apasionado defensor de esa fe que se hace cultura, según la definición que tanto le gustaba de san Juan Pablo II: «Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida» (Discurso a los participantes en el Congreso Nacional del Movimiento eclesial de compromiso cultural: «Insegnamenti», V, 1 [1982] 131).
En los años de su madurez eclesial, respondiendo a la llamada del pontífice, se empleó a fondo como fiel servidor de la Iglesia de la que fue un obispo fervoroso, primero en la diócesis de San Marino-Montefeltro y luego en Ferrara, manteniendo siempre clara la referencia a su origen y acogiendo a todos los que encontraba.
Estoy seguro de que su enseñanza y su vigoroso temperamento, que tanto nos han acompañado todos estos años, seguirán siendo un factor de construcción de la Iglesia y de nuestra historia en memoria de su amistad.

Con afecto,
Davide Prosperi