Un criterio nuevo, que no es el mío

Se presenta A beleza desarmada en Florianópolis, en el extremo sur del gran país sudamericano, ante medio centenar de personas, «un récord para nuestra pequeña comunidad»
Alda Casagranda Merlo

Hemos estado meses preparando el encuentro de presentación de A beleza desarmada de Julián Carrón en Florianópolis, acto que por fin tuvo lugar el pasado 3 de febrero. Fue una iniciativa de Pedro, un amigo que llegó desde Portugal hace tres años, aunque yo tengo la sensación de que somos amigos de toda la vida. Pedro empezó a moverse discretamente. Eligió una de las salas más bonitas de la universidad, luego encontró un día libre en la agenda de Marco Montrasi (más conocido como Bracco), responsable de la comunidad de CL en Brasil, e identificó a unos cuantos amigos que pudieran ayudarle. Lo hizo con un criterio nuevo, que no era el mío. Supo pedir ayuda allí donde hacía falta, con inteligencia. Al final, cuando no dábamos abasto con el trabajo, llegó a decirnos: «Debemos tener confianza». Junto a él, nos dedicamos a cuidar de cada detalle del evento, con el deseo de que «la forma coincidiese con el contenido». Queríamos hacer algo hermoso, cuidado y al mismo tiempo sencillo, fácilmente reconocible como la expresión de nuestro rostro, el rostro de CL. A la entrada del auditorio pusimos la exposición "De mi vida a la vuestra", dedicada a la vida de don Giussani.

En una de las reuniones preparatorias, pensamos en invitar, como ponente junto a Bracco, a Leila Pivatto, presidenta de la APAC de Santa Catarina (Asociación de Protección y Asistencia a los Condenados, que gestiona un sistema de cárceles sin carceleros en Brasil, ndr). Así que fuimos a verla y ella nos contó lo que le estaba pareciendo el libro. En el encuentro habló de una manera preciosa de su experiencia, que nos impactó a todos y nos despertó una gran curiosidad: «¿Pero cómo vive usted?», «¿Qué es APAC?», fueron solo algunas de las preguntas que surgieron entre el público.

Después de ella, tomó la palabra Bracco, que empezó por el contexto histórico, ofreciéndonos una clave de lectura a partir del cambio de época que estamos viviendo y de la crisis que viven todos los sectores de la sociedad, así como los muchos conflictos que existen en todos los ámbitos (cultural, económico, relaciones, familia, escuela, valores...). Habló de la pérdida del vínculo con el origen y de cómo hoy ya no se convence a la gente con discursos. Nosotros mismos somos así también. Estamos cargados de discursos para responder a quien nos quiera desafiar, discutimos y discutimos, pero no llegamos a ninguna parte. Hace falta una esperanza, un acontecimiento, una experiencia.

Durante el encuentro, fuimos testigos de una belleza desarmada, sí, una belleza que te conquista, que te hace experimentar que «del amor nadie huye». Al salir, alguien dijo: «He encontrado respuestas a muchas preguntas que tenía». El funcionario encargado del auditorio nos contó que pertenecía a otra religión, pero que se había sentido muy identificado con lo que había visto. Conmovido, nos conmovió también a nosotros. Fue como ver nacer una amistad.

También estuvo allí un viejo amigo, que estuvo con nosotros hace treinta años, cuando el movimiento empezó aquí, y su mujer dijo: «¿Por qué no nos quedaríamos siempre con vosotros? Nos habríamos evitado muchas cosas», y luego añadió: «¿Dónde estáis ahora?». La madre de Jaqueline (una chica que vino con el amigo del amigo de un amigo...), después de la presentación, levantó la mano y nos contó su historia. Ella es arquitecta y al inicio de su carrera, cuando empezó a trabajar en una empresa de construcción, la llamaron para ir a trabajar a una prisión con un grupo de ingenieros. Todos se habían negado a ir, solo ella aceptó, y tuvo que convencer al resto del equipo para que fuera con ella. Comparó su historia con lo que acababa de ver allí, sobre todo por lo que le animaba a no desistir de su empeño, a seguir siempre adelante, a no tener miedo, a ayudar a los presos.

Esa noche surgieron muchas preguntas. Asistieron casi medio centenar de personas, un récord para nuestra pequeña comunidad. Al terminar, un café y una visita a la exposición. La gente seguía charlando... Todavía estamos descubriendo lo que puede nacer de este encuentro.