Huellas n.5 Mayo 2023

Globos desinflados

¿Qué esperamos hoy del trabajo? ¿Ya no basta con cobrar un sueldo y hacer carrera? Los mayores dicen que los jóvenes son frágiles; los jóvenes dicen que quieren otra cosa. ¿Es que esperan algo mejor o es que no desean construir? ¿Tienen miedo al fracaso o buscan una satisfacción distinta? La gran renuncia, las empresas que buscan afirmar valores éticos y el bienestar de sus empleados, las exigencias de la conciliación entre el trabajo y la propia vida, como si el trabajo no fuera vida, como si toda la vida no fuera un trabajo. Crece la ansiedad por el rendimiento, el burnout, el hecho de trabajar buscando siempre el reconocimiento, pero ¿en qué? ¿Y de quién?
La pandemia ha supuesto sin duda una revolución en las relaciones de trabajo y en la relación con el trabajo. Pero lo que está en juego no son solo nuevas estrategias empresariales y personales. Ni las diferencias generacionales. Para todos, el trabajo es un banco de pruebas de la consistencia que tiene la vida. De tal modo que laten preguntas que antes tal vez ni nos planteábamos de una forma tan extendida ni incidente: ¿cuál es el significado del trabajo?, ¿qué es lo que me realiza?, ¿para qué vale un sacrificio?, ¿se puede trabajar y vivir? ¿Y qué es vivir?

«Todo lo que expresa a la persona como relación con el infinito se llama trabajo», dice Giussani en el texto que abre esta revista. «El trabajo es la expresión del hombre que usa, que maneja lo que tiene a su alrededor». El hombre da forma a las cosas. ¿Pero qué es lo que da forma al hombre? Hoy «es como si todo se hubiera, por así decir, desinflado». El padre Mauro-Giuseppe Lepori, en los Ejercicios espirituales de la Fraternidad de CL, describía así lo que pasa en nuestro mundo si dejamos la fe en el desván. «Vivimos en una cultura desinflada, en una sociedad desinflada, una vida familiar, una educación, un trabajo, un amor, un ocio, una oración, un credo desinflados, como un balón inmenso, o como muchos globos que van perdiendo, por un minúsculo agujerito, el aire que les daba forma, que les daba una forma plena». Reflejan las palabras de Paolo Prosperi hace poco, en una convivencia con jóvenes en Asís, publicada en la web clonline.org: «Lo que hago siempre es algo finito. ¡Pero tengo sed de una gloria infinita! De ahí ese hacer sin que nunca llegue la gratificación, que tan bien conocemos (...). ¿Existe algo que pueda dar a mi acción un valor verdaderamente infinito?».
Ante un panorama que huye de análisis y generalidades, este número propone conversaciones y testimonios que nos permiten ser testigos de formas de trabajar verdaderamente distintas, desde el líder a la enfermera, pasando por el testamento espiritual del mártir pakistaní Shahbaz Bhatti, porque la obra es la propia vida entregada. De hecho, don Giussani no enseñaba “a trabajar”, sino a vivir toda la existencia como llamada a una plenitud. «Todo es trabajo porque todo es expresión del yo –decía–. Si esta expresión del yo se vive como memoria de Cristo, entonces todo es diferente». Entonces se abre paso una pregunta en nuestros compañeros: «¿Por qué eres así?». Como le pasa a Emanuela, joven enfermera en una planta de oncología pediátrica. Encontrarse con una forma distinta de trabajar vuelve a ponerlo todo en juego. «Pero a este hombre desinflado de su yo, vaciado de sí mismo al vaciarse de su relación amorosa y confiada con el Creador –continuaba Lepori–, Cristo viene a traer en Sí mismo una plenitud de conocimiento real, conocimiento de la realidad entera».