Novella. La vida renace en un encuentro

Ama de casa, esposa y madre, que se dejó “acoger” de tal modo que pudo acoger y cambiar la vida de muchos. A los 25 años de la muerte de Novella Scardovi, una celebración con el obispo de Imola «para mirar la certeza que la sostuvo»
Giovanni Bucchi

«La experiencia de la acogida solo puede nacer de la posibilidad de experimentar una gratuidad con uno mismo. Nunca de un esfuerzo, ni de una generosidad o una violencia, como si uno tuviera que comprometerse obligatoriamente para poder ser un buen cristiano. ¡No! Siempre es una misericordia, siempre es un perdón, un abrazo, un calor con el que tú mismo eres acogido, y entonces se puede generar la acogida». La voz de Novella resuena con fuerza en la catedral de San Cassiano en Imola. Su rostro aparece en las pantallas instaladas en la iglesia para permitir –a la multitud de gente que se reunió el sábado 8 de mayo, respetando todas las distancias, y a otras tantas conectadas por streaming– ver y escuchar este testimonio inédito de 1989 en un congreso de Familias para la Acogida en Bolonia.

Era el ímpetu decidido de Novella Scardovi, ama de casa, esposa y madre, pero sobre todo una mujer revestida por su encuentro con Cristo, al que conoció mediante el movimiento de Comunión y Liberación, que “contagiaba” a cualquiera que se topara con su insaciable sed de plenitud y su inmenso deseo de acoger. Un deseo por el que abrió de par en par las puertas de su pequeño apartamento, transformando su familia y abriéndola a la necesidad de muchos. Un deseo que en 1996, unos años después de aquel testimonio, tomaría una nueva forma con el nacimiento de la Casa de Acogida de San José y Santa Rita en Castel Bolognese, que abrió junto a su marido, Giuliano, sus hijos y muchos amigos, «para poder acoger a cualquiera que llamara a nuestra puerta».

La ceremonia en la catedral de Imola, sábado 8 de mayo de 2021

Era un deseo potente el que ardía en Novella, pero totalmente confiado en Otro, hasta llegar a decir: «Si Jesús me pidiera dejarlo todo y entregarlo todo, estaría dispuesta a hacerlo ahora mismo». Novella murió trágicamente el 8 de mayo de 1996 en un incidente de tráfico, apenas dos meses después de inaugurar la Casa de Acogida. Sin embargo, a pesar del dolor, aquel deseo no se detuvo y sigue vivo hoy, visible en la obra que lleva su nombre, Casa Novella, inspirada en su carisma y presente con varias instalaciones en Castel Bolognese, Faenza y Lugo para acoger a menores con problemas familiares, personas con discapacidad y mujeres con maternidades complicadas.

Decíamos que las palabras de Novella resonaban en la catedral de Imola durante la jornada del 8 de mayo, en el 25º aniversario de su muerte, en un evento promovido por la Fundación Novella Scardovi, Comunión y Liberación, la Diócesis de Imola, la Asociación de Amigos de Novella y Familias para la Acogida, «no para recordar la muerte de una persona sino para mirar la vida, para poder encontrar nuevamente la certeza que sostuvo a Novella y por la que entregó su vida», dice en la presentación Fabio Catani, presidente de la Fundación.

En pantalla aparecen imágenes que recuerdan la construcción de la Casa, acompañadas por canciones de Claudio Chieffo, gran amigo de Novella, a la que dedicó La canzone di maggio (La canción de mayo, ndt.), escrita justo después de su muerte. «Pero mi amor, mi amor no acaba…», acentúa el hijo de Chieffo, Benedetto. Es justamente “un amor que no acaba” es lo que indican muchos rostros que, en las entrevistas proyectadas en el video, testimonian cómo se vida cambió tras su encuentro con Novella. Entre ellas, su hija Chiara, que cuenta la historia de sus padres, «que se miraban queriendo sacar lo mejor de sí mismos». También está Eugenio, el amigo en cuyo encuentro nació el descubrimiento de la fe por parte de Novella, ese que aquel verano de finales de los años setenta la invitó en una tienda de un campamento en los Apeninos a rezar juntos los laudes y ella, que estaba tan perdida, triste y sola, en un momento complicado de su vida, dijo su primer gran sí. También está su gran amiga Adele, que con los años heredó la tarea de seguir custodiando su intuición al frente de la Casa de Acogida y la obra de Casa Novella, que recuerda cómo «empezamos a trabajar con niños de acogida, pero ella tenía muy claro que era la primera que debía ser acogida, había que dejarse acoger». Sale incluso el alcalde de aquella época, conmovido al recordar «ese amor hacia los últimos», y su amigo Luca, que tiene muy claro cuál es la línea divisoria de su vida («el matrimonio antes y después de conocer a Novella»). Y muchos otros, mujeres acogidas, empleados de la institución, hasta Giorgio Vittadini contando que, como presidente de la Compañía de las Obras, acompañó el inicio de la Casa Novella, que hoy «representa una profecía del yo que se convierte en un nosotros, generando un cambio tanto en las personas acogidas como en los que os miramos».

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«En Novella la presencia de Jesús se imponía, te fascinaba, te tocaba el corazón mediante la mirada de una mujer libre y enamorada, mediante sus gestos tan concretos y tiernos, con una humanidad entregada a Otro, con su ofrecimiento sencillo», concluye el obispo de Imola, monseñor Giovanni Mosciatti, en su homilía durante la misa de aniversario. «Tocar con las manos la necesidad que nos rodea nos hace descubrir nuestra impotencia. Novella comprendió que nos movemos para compartir un tramo del camino con quien tiene necesidad, no pensando en resolver sus problemas. Porque el verdadero problema humano es tener un encuentro, hallar el sentido de la vida». Algo que Novella acogió hasta el punto de no poder guardárselo solo para ella.