Un desafío a cada instante

Un intenso diálogo en Milán entre los alumnos del último año de bachillerato y Davide Prosperi, responsable de CL. Porque «quiero ser feliz, pero no sé qué carrera elegir. Todo me parece demasiado poco...»

Jueves 2 de febrero. Davide Prosperi, vicepresidente de la Fraternidad de CL, se reúne en el Instituto Sacro Cuore de Milán con los alumnos del último curso de bachillerato. Habían llegado desde todo el norte de Italia y otros muchos seguían la asamblea mediante una conexión en video.
El encuentro fue un diálogo a partir de nuestras preguntas. Lucha contó cómo la pasión que siempre había tenido por el estudio se había empezado a oscurecer últimamente debido a las exageradas exigencias de los profesores y el agobio del examen de selectividad. «Hay quien se contenta con aprender mecánicamente un océano de nociones, pero a mí eso no me basta. Quiero que no se apague nunca en mí la llama apasionante del conocimiento».

Prosperi respondió que no hay otro camino para que se cumpla el ímpetu que sentimos más que desafiar al presente. «Las mismas circunstancias que prendieron en ti esta llama ahora tienen un rostro nuevo que parece amenazante. La vida nos supera, es más grande que nosotros y por eso no podemos hacer otra cosa que seguir a Quien nos guía instante tras instante». Una respuesta provocadora, sobre todo para alguien que pensara volver a casa con respuestas claras para el futuro. Para descubrir cuál es nuestro lugar en el mundo, para descubrir cómo podrá cumplirse nuestra vida, tan llena de deseos y esperanzas, el único camino es vivir desafiando al instante presente. De otro modo dejaremos que el tiempo fluya esperando algo que todavía no está y quizá nunca esté.

Marta habló de un drama común a muchos de nosotros: «Quiero ser feliz, pero no sé qué elegir. Todo me parece demasiado poco». Probablemente sigue sin saber qué elegir después del examen, pero su intervención nos permitió dar un paso muy importante. La pregunta que tenemos sobre el futuro es signo de una pregunta total sobre el sentido de la vida. Cuando tenemos que tomar una decisión se abre un vértigo ante nosotros: ¿qué da sentido a mi jornada, a mi vida? Prosperi respondió: «Os envidio, porque lo que estáis viviendo os ayuda a vivir cada instante llenos de esta pregunta, pero para mí es igual todas las mañanas. Debo decidir: o sigo lo que yo pienso que es el bien de mi vida, o sigo a Aquel que se ha desvelado como el secreto de la existencia. Si empiezo a seguirle, todo se ordena y ya no me da miedo equivocarme porque sé que no estoy solo».

Nos desafió sobre el valor de nuestra amistad y compañía: «Estamos juntos para no olvidarnos de que estamos hechos para la totalidad. El desafío consiste en descubrir cuál es ese punto que nos abre al todo, que nos permite no ahogarnos. Así entendemos que la preferencia es la ocasión de amarlo todo». Qué liberación para nosotros que tenemos que renunciar a la apertura que se vive durante el liceo para entrar en un lugar al que probablemente dedicaremos gran parte de nuestra vida. Empieza por tanto la aventura de descubrir cuál es nuestro lugar en el mundo, cómo podemos responder a las exigencias de nuestro tiempo y sobre todo a las de nuestro corazón.

Prosperi finalmente nos dejó con una hipótesis: «Solo obedeciendo a Otro se abre de par en par un horizonte más grande en la vida que el que nadie podría haberse imaginado nunca. Yo he decidido seguir a Cristo y no separarme de Él».
Guglielmo, Milán