Julián Carrón en el Meeting di Rimini.

El bien que cambia la historia

Paolo Perego

Parte de su propia experiencia para “reaccionar” a la valiente provocación, tal como lo ha definido el Papa Francisco, del lema del Meeting 2016. Un “Tú eres un bien para mí” que Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de CL, también ha vivido estos primeros días, entre encuentros con personajes importantes, como el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, pero también entre abrazos y saludos entre los stands y las exposiciones.

¿Qué le dice este lema? ¿Quién es este “tú”? ¿Y qué es este bien?
Para mí, este lema es verdaderamente la definición de qué es la vida en relación con el otro. Lo veo en mi propia experiencia cuando, al encontrarme con otros, que a veces tienen opiniones distintas a las mías, diferentes formas de mirar la vida, intereses diversos, me doy cuenta de que despiertan en mí las preguntas que me permiten hacer un camino y entonces se convierte en un bien aceptar el desafío. Me he dado cuenta de que el otro no era solo un obstáculo, sino algo que me abría a entender mejor, a preguntarme por las cosas, a descubrir nuevos horizontes que antes no imaginaba. He visto así que la realidad es amiga, que el otro es amigo, independientemente de cuál sea su posición. Porque te hace ser más tú mismo.

En este sentido, ¿qué le llama la atención del Meeting?
El Meeting es un lugar donde podemos experimentar precisamente esto. El otro nos ofrece siempre perspectivas, acentos, sugerencias que nos enriquecen. De hecho, el Meeting es una amistad con muchas personas que quedan impactadas porque este lugar permite a cada uno ser él mismo, sucede porque lo reconocen como un bien. Son personas que se alegran de poder venir, de participar en un lugar donde se construye, dentro de esta amistad, algo que es un bien para todos.

¿Por ejemplo?
Pienso en alguien como Joseph Weiler, que ha venido muchas veces, por citar uno de los nombres más conocidos, y que sigue viniendo asiduamente. Pienso en muchos personajes que han pasado por aquí estos años, a lo largo de la historia del Meeting, y que lo han reconocido como un lugar donde podían ser ellos mismos.

En su mensaje, el Papa ha indicado en el diálogo y el encuentro el corazón del «testimonio personal creativo». ¿A qué se refiere?
Al encontrarnos con el otro, nosotros no tenemos definida de antemano una respuesta. Es un diálogo. Un diálogo donde debemos identificarnos con el otro y, mediante tentativas creativas, responder al punto en que el otro está. Para hacerle entender mejor que deseamos compartir con él. Como una cierta manera de inclinarse ante el otro, como hace el Misterio con nosotros, para ofrecerle la riqueza que hemos encontrado en la vida. Esto es una creatividad, no es algo que podamos decir a todos de la misma manera, no es una repetición de lo que hemos hecho otras veces antes. Es un “tú” lo que tienes delante. Si no te identificas con él, ni siquiera consigues decir ciertas cosas que son comunes de modo que puedan llegar al corazón de la otra persona.

El Papa también ha dicho que demasiado a menudo cedemos «a la tentación de encerrarnos en el estrecho horizonte de los propios intereses» y que «esto no es conforme a nuestra naturaleza. Desde niños, nosotros descubrimos la belleza del vínculo entre seres humanos». ¿Cómo se hace esto?
Justamente mirando, como dice el Papa, las evidencias más elementales. El niño es más él mismo cuando aparece su madre cuando él llora. En un vínculo, percibe inmediatamente el bien que la presencia de su madre es para él. Nada más despertarse, la busca llorando. Esta experiencia elemental, que todos tenemos, está en el origen. Lo dicen todos los grandes pensadores, como Balthasar, nosotros entendemos realmente la naturaleza de nuestro “yo” en la relación con un “tú”. Es así desde el principio del vivir. Por tanto, que el otro es un bien está en el origen de nuestro ser personas. Luego, este inicio lo vivimos en muchos momentos de nuestra vida. Lo que el Papa, con su originalidad, nos pone delante es algo que todos podemos reconocer en la experiencia elemental que hacemos viviendo. Este es el punto de partida para entender que lo que decimos en el lema de nuestro Meeting no es algo abstracto. Cuando el otro está delante se convierte en un “tú” significativo, todos reconocemos que es una gracia, un don. Un bien para nosotros.

Pero demasiadas veces, sigue diciendo Francisco, tendemos a encerrarnos. Pensamos que podemos salvarnos solos. Es la presunción del hombre moderno…
Sí, del hombre de todos los tiempos. Porque también al inicio de los tiempos el hombre pensaba que se salvaba a sí mismo. El pecado original está al principio. El hombre moderno lo ha amplificado. Pero es una tentación que tenemos todos. Pensamos que nos apañamos mejor aislándonos, afirmando nuestro individualismo, sustrayéndonos a las relaciones, porque hacen la vida más dramática. Pero cada uno puede verlo en su experiencia. Nadie le podrá convencer de que no es así, solo si uno adquiere una experiencia positiva de relación con el otro, donde el otro es percibido como un bien. No se resuelve solo con un razonamiento sino con una experiencia donde el otro es percibido realmente por lo que es: un bien, algo que me enriquece. Y que no es un límite a mi libertad sino una posibilidad para el cumplimiento de la verdad que me constituye.

Hay una palabra que llega como consecuencia de este lema: amistad. Está en el ADN del Meeting. El presidente Mattarella la ha definido como «la palanca de la historia». ¿Qué quiere decir? ¿Realmente es así?
Por supuesto, porque la amistad forma parte de la relación originaria con la realidad. Es la curiosidad del niño, por la que todo le sorprende, todo le resulta amigo. Es la relación con el tú que es tu madre, tu padre. Todo es positivo. Es una amistad. Esta es la palanca que hace crecer al niño. Cuando estamos juntos… Esta ha sido la palanca de muchos momentos de la historia: un pueblo, una amistad, que se construye en el vínculo con los demás. Esto ha hecho evolucionar la historia. Este estar juntos, este percibir al otro como un bien. Lo hemos visto en la exposición sobre los 70 años de la República italiana: una esperanza, una amistad, incluso entre personas distintas que, a pesar de las diferencias, afirman algo original. Esta ha sido la palanca de la historia italiana. Creo que es importante volver a esto cuando nos viene la tentación de los muros, de afirmar cada uno su propia particularidad, su propio jardín, pensando que con eso resolvemos algo cuando en cambio hacemos más difícil el camino.

En el Meeting se habla de conflictos, de grandes temas. Pero esas dificultades de las que habla ahora también están en la vida diaria de cada uno.
Precisamente por eso decía que yo lo he visto en mi propia vida. La dificultad de encontrarse con otro que tiene una mentalidad distinta, que tiene una objeción, que tiene una postura diferente ante la vida, constituye el desafío que nos pone en marcha: es verdad, no es verdad, cuál es mi experiencia, qué experiencia tengo del otro… Es la palanca que te abre de par en par, que te pone en movimiento. Lo vemos de otro modo cuando nos aislamos, que todo se vuelve plano. Es el aburrimiento. Perdemos la vida viviendo.

Pero cuando parece que faltan los desafíos, ¿hay esperanza para nosotros?
Por supuesto. Queda la esperanza de que nosotros aceptemos el desafío que de por sí supone la realidad, el encuentro, el diálogo. El desafío que algo fuera de nosotros hace que nos pongamos en movimiento, nos atraiga lo suficiente para ver que vale la pena ponerse en juego. Sin esto, ¿quién despertará esto en ti? Solo el encuentro con algo que nos desafía, nos abre, nos atrae… Entoncesl a vida es vida. Si no, todo se para.

Un Meeting en el Año de la Misericordia. ¿Cómo puede ayudar esto?
Justamente porque muchas veces el otro parece un obstáculo, no hay camino posible sin misericordia. No hay camino. Incluso entre amigos, entre esposos, entre colaboradores de una misma obra, incluso entre las personas más queridas. Somos todos pobres hombres, necesitados constantemente de ser perdonados. Sin esta capacidad de perdón, ¿cómo puede haber amistad entre nosotros? La amistad solo renace de la misericordia. Ni siquiera podemos pronunciar la palabra “amistad”, históricamente hablando, sin que en un momento dado comparezca la palabra “misericordia”. La experiencia de la misericordia, por tanto, es necesaria históricamente. Hasta tal punto es así que Dios, para poder continuar la historia con nosotros, tuvo que introducir Su misericordia. Sin ella, la historia con Él habría quedado bloqueada ya desde el principio.