El primer encuentro, en la Universidad Católica <br>de Milán.

Para comprender el mestizaje

Francesca Mortaro

Las relaciones cada vez más estrechas entre Occidente y el mundo musulmán, y la presencia masiva de inmigrantes están generando profundas transformaciones en las sociedades europeas. ¿Pero qué es exactamente lo que está cambiando? Y sobre todo, ¿es posible gobernar este proceso o estamos destinados a sufrirlo pasivamente?
Estas preguntas guían desde su origen la actividad de la Fundación internacional Oasis, que siempre se ha interesado por la relación entre cristianos y musulmanes en la era del mestizaje de civilizaciones, actuando a caballo entre Oriente Medio y el mundo occidental en vistas a un mejor conocimiento recíproco. Este año, para profundizar en este tema, ha nacido un proyecto de investigación, con el apoyo de la Fundación Cariplo, y un ciclo de encuentros titulado “Conocer el mestizaje. Gobernar el cambio”.
«Hemos elegido el término mestizaje porque Oasis se ocupa desde hace mucho tiempo de este tema», explica Martino Diez, director científico de la Fundación: «La idea que hay detrás es que, en el contexto social actual, cristianos y musulmanes puedan interactuar y “contaminarse” mutuamente entrando en relación los unos con los otros, y también con líderes de otros credos o no creyentes».

¿Qué genera este contacto entre culturas?
Genera cambios en la forma en que cada uno vive la experiencia religiosa y madura las diversas posiciones. Algunas favorecen una convivencia pacífica, otras la obstaculizan. Por eso en este proyecto hay una doble dimensión: por una parte la descripción de los fenómenos, y por otra su orientación. Hemos elegido la fórmula “conocer el mestizaje” porque, ante todo, hay que tomar conciencia de la situación en que nos encontramos. Y hemos añadido “gobernar el cambio” porque queremos identificar las modalidades de vivir la fe que hacen posible una convivencia entre las religiones.

¿Cómo se desarrolla el proyecto y a quién va dirigido?
Estudiamos el mestizaje desde seis perspectivas distintas, a saber: la secularización, el fundamentalismo y la violencia, los medios y la comunicación religiosa, la libertad religiosa, el diálogo islamo-cristiano, y la relación entre Europa y el mundo musulmán. Para cada uno de estas categorías hemos creado un grupo de diez investigadores que tienen la tarea de estudiar a fondo la cuestión y escribir una contribución que luego se publicará, en un libro o de otra forma. Estos equipos de trabajo se reúnen, para cada tema, cuatro veces cada cinco meses y ponen en común los resultados de sus investigaciones. Pero no queremos que todo esto se quede en algo solo para adictos al trabajo o expertos sino que los frutos sean compartidos y puedan contribuir al debate público. Por eso también hemos organizado una serie de encuentros abiertos a todos, a los que invitamos a ponentes internacionales, tanto del mundo europeo como medioriental. La semana pasada, por ejemplo, se celebró un encuentro sobre secularización en la Universidad Católica de Milán, y hace unos días se habló del fenómeno del Isis.

¿Cuál es el objetivo del proyecto? ¿Qué incidencia concreta tendrán sus estudios?
El objetivo principal es justamente estudiar la situación en que nos encontramos, que es muy compleja, tiene muchas caras y puntos ciegos. Creemos que el primer paso es conocer, por eso hemos creado un grupo de investigadores. En segundo lugar, queremos ofrecer nuestra contribución al debate público, empezando por los encuentros abiertos. Al invitar a ponentes internacionales, en buena parte del mundo musulmán y habitualmente no muy conocidos en Europa, creemos que ponemos a disposición de todos distintas competencias y distintos puntos de vista. Al final podría suceder que, al terminar estos estudios, las diversas realidades locales de Milán, asociaciones e instituciones públicas, puedan pedir, si lo consideran oportuno, el parecer de nuestros equipos de trabajo especializados para afrontar ciertos problemas que puedan surgir en nuestra vida cotidiana.

¿Problemas como cuáles?
Por ejemplo, como los que surgen por la presencia en las escuelas de alumnos de religión musulmana. A propósito de los símbolos religiosos. Pienso en la posibilidad o no de llevar el velo en los lugares públicos. O en fenómenos de radicalización vinculados al islam. Y no solo eso, porque también podría haber casos de convivencia positiva.

¿Por qué el diálogo entre los distintos credos es un valor añadido en una sociedad como la occidental por ejemplo, que durante siglos se ha interesado muy poco por otros credos?
Porque la alternativa, es decir el “quedarse en casa”, no sirve de nada. Pensemos en Siria. Occidente no se preocupó de lo que estaba pasando, dejando así que la gente se matara hasta llegar a más de 190.000 muertos y seis millones de desplazados. La estrategia del desinterés no ha vencido, y al final, entre los escombros del país, ha despuntado el Isis. De repente, el problema ha dejado de ser local para convertirse en global. Esto muestra que es necesario mirar más allá del propio horizonte porque ahora, queramos o no, vivimos constantemente conectados con todo el mundo. Por eso hay que poner en pie un conocimiento mutuo, que permita una convivencia pacífica. La alternativa se reduce a ir detrás de los acontecimientos. Y llegar siempre tarde.