Estudiantes en la Universidad Complutense <br>de Madrid.

«Es bueno que tú existas»

Maria Luisa Minelli

«Es bueno que tú existas». El título está escrito en grandes letras rojas en el manifiesto que la semana pasada distribuían estudiantes de Atlántida en Madrid en los pasillos de sus facultades. Un gesto que ha levantado ampollas y generado violentas reacciones entre los alumnos de la Complutense, porque llama la atención sobre un tema que está caldeando los ánimos de la sociedad española: el aborto y los derechos del no nacido. «Con este manifiesto, queremos destacar cuál es el verdadero punto de la cuestión: una mujer víctima de la violencia no resuelve su drama abortando, lo que desea es amar y ser amada, hace falta recuperar el valor de la persona», explica Rocío, que estudia su último curso de Historia del Arte.

«Cuando se publicó el manifiesto del movimiento, que daba un juicio claro sobre la situación, decidimos distribuirlo en nuestra facultad». Al repartirlo por los pasillos de Ciencias Políticas, fueron agredidos por un grupo de feministas y jóvenes radicales. «Sabíamos que acabaríamos en el foso de los leones, pues nada más empezar empezaron a atacarnos, con palabras y también físicamente. Aquí este tema es un tabú, casi todos son favorables al aborto y no hay nadie que tenga una visión como la nuestra. Pero no es la primera vez que repartimos manifiestos de este tipo en la universidad, y siempre ha nacido algo bonito de estos gestos. El mal y la violencia existen, y me dan miedo, pero si miro mi experiencia en estas ocasiones siempre han nacido, en ciertos diálogos, relaciones que han sido un bien. Al final eso es lo que permanece».

Por eso, a pesar de todo, al día siguiente repitieron el gesto en la facultad de Ciencias de la Información, donde se produjeron las mismas escenas de violencia. «Me he preguntado muchas veces si de verdad era útil lo que estábamos haciendo, puesto que nadie tenía intención de escucharnos. Los que nos atacan parten de una posición ideológica, no quieren saber lo que tenemos que decirles». Pero esta vez hubo algunas sorpresas: «Unas chicas, que hacen un periódico, se acercaron y nos preguntaron qué teníamos que decir. Con otros comenzó un cierto diálogo, aunque defendían una idea distinta».

«Yo tenía miedo, la violencia me bloquea, pero luego pensé que si el miedo y el mal nos bloquean, eso quiere decir que vencen». En cambio, no es así, y eso lo ven otros: «Lo mío no es coraje, sino certeza del bien, que es el mismo par todos los hombres». La violencia es lo que hace más ruido pero «viendo a las feministas que nos atacaron he sentido una cierta ternura, porque yo también deseo esto para ellas. Mirándolas, pensaba: “yo soy más libre que vosotras, porque ni siquiera leéis un manifiesto que afirma una idea distinta de la vuestra. No es verdad que yo no soy libre porque me obligáis a irme”. Y un último descubrimiento: “El corazón del hombre es igual para todos, de eso estoy segura"».