«Queremos hablarte de lo que nos hace felices»

El encuentro de los universitarios de CL de Chile con monseñor Ezzati, arzobispo de Santiago. En medio de las protestas estudiantiles, el relato de una vida plena y libre, «porque existe algo que da significado a todo»
Exequiel Monge

En medio de las movilizaciones estudiantiles que hace meses conmocionan el ambiente universitario en Chile, los jóvenes del CLU desearon y pidieron poderse encontrar con mons. Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago, para hablarle de su vida en la universidad como testimonio de Cristo, reconocido como único Acontecimiento de verdad, de belleza y de significado para todos. El martes 25 de Octubre pudo realizarse el encuentro tan esperado y en la tarde un grupo de veinte chicos recibieron la visita del Pastor de Santiago en la sede del Movimiento, con un silencio lleno de espera y de curiosidad.
En una gran sencillez, con el patio de la sede de CL recién barrido para tener a raya las hojas y las flores que no dejan de caer en primavera, preparando el cóctel, ordenando las sillas, la actividad dichosa de los muchachos no dejó de sacar inmediatamente una sonrisa a mons. Ezzati. Todo era pequeño, como pequeña es la comunidad del CLU de Santiago - no más de veinticinco personas ocupaban las dos filas de asientos frente a la mesa preparada para el Pastor -, pero ningún aspecto había sido dejado al azar y por lo tanto todo, atravesado de conciencia y afecto, estaba lleno de una belleza intensa. Después vino la música, el canto: Povera voce – que el arzobispo de origen italiano comentó, casi en un murmullo: “¡Qué bella!” – y luego La Verdad de la Vida y Anunciaçao - que incluso cantó con ellos.
Padre Mario Grignani, responsable del CLU de Chile, introdujo el encuentro dando la bienvenida al obispo. Largamente habían deseado encontrarse con él, para referirse a ese punto fijo, objetivo, dado, que es verdaderamente un don para todos: ese lugar donde la sucesión apostólica nos hace tocar con la mano la certeza de nuestra esperanza. Deseaban compartir con él su experiencia, darle el testimonio que brotaba de su vivencia cotidiana en los diferentes ateneos, poniendo en manos de la Autoridad recibida todo el fruto existencial y concreto de la Gracia en sus vidas. Por eso mismo, padre Mario inició compartiendo con el obispo y con todos aquellas palabras de padre Giussani recientemente propuestas por padre Carrón al final de los ejercicios de la Fraternidad de CL: «¿Cuál es el factor más importante de la realidad de pueblo a la que estamos llamados, de la realidad de la compañía en la que participamos, del lugar de la profecía y del grito de que Dios es todo? ¿Cuál es el verdadero lugar del sentido religioso? El factor más importante en la realidad de un pueblo es lo que llamamos autoridad». Luego presentaron la experiencia de la comunidad en los últimos meses: la vida llevada a cabo junto en un ambiente desafiante y difícil a la vez, donde las movilizaciones estudiantiles los habían provocado a poner en juego a cada paso la conciencia de la propia originalidad. «¿Quiénes somos? ¿Qué rostro tenemos frente al mundo hoy?», explica Exequiel, «la presencia que se es dentro del ambiente no puede diluirse como si Cristo fuera solamente otro elemento de un mundo demasiado grande y ajeno, que pueda confundirse con las luchas sociales y las reivindicaciones del momento». El cristianismo representa para estos chicos un Acontecimiento, una originalidad absoluta, una novedad incomparable e inconfundible, una experiencia de vida juntos, con Cristo: una experiencia que es verdaderamente autoridad.
Tres chicos dieron su testimonio a mons. Ezzati. José, de Ingeniería civil en la Pontificia Universidad Católica de Chile, habló sobre su experiencia ofreciendo a los compañeros en diferentes momentos los juicios escritos que nacen de la vida del CLU: Santiago Estudiantes, la publicación mensual del CLU de Chile que se reparte gratuitamente en toda la capital, y otros manifiestos e invitaciones. «Comunicábamos lo que nos hace felices: Cristo», dijo, y esta felicidad llegaba a «cambiar los rostros de los que nos miraban ahí». Gabriel, de Gastronomía en el INACAP, habló de un gozo, de una conveniencia humana, de una vida dichosa, que lo «llena de gratitud, y lo hace mirar al otro verdaderamente, como signo y como don». Finalmente Macarena, de Ingeniería civil en la Universidad de Chile, testimonió el cambio de su vida, que ocurrió en el momento en que decidió «dejar de elegir qué gestos vivir, qué indicaciones seguir», y pasó a comprometerse completamente, con toda su humanidad, en un seguimiento: «Yo pertenezco a un lugar, y esto genera en mí como un círculo virtuoso: mientras más pertenezco, más cierta estoy. Mientras más cierta estoy, más pertenezco». Este es el origen de una «vida completa, íntegra, que no consiste solamente en algunos gestos».
Visiblemente contento, el obispo retomó en su intervención, rica y llena de matices, todo lo que se había dicho, valorándolo con interés paterno: «Yo he tratado de vivir siempre lo que ustedes me han contado: encontrar una Presencia que de significado a todo». Identificó también él en la autoridad el problema más urgente y radical: «lo que Chile vive es justamente una gran crisis de autoridad». Pero la autoridad no es el poder: «el poder aplasta, la autoridad hace crecer, da vida, realza, y es por lo tanto un servicio… Sin esto, nos empequeñecemos». Se trataba ante todo de la autoridad tal cual la señalaba mons. Giussani y que había sido transparente en los testimonio de los chicos: es la autoridad de una experiencia, de la experiencia vivida por ellos. «La autoridad de la experiencia, la autoridad del gozo… Si renunciamos a esta autoridad que tenemos, nadie puede crecer», explica José. «Proponemos nuestra experiencia para que el hombre crezca. Pero esto es una experiencia que cualquier hombre puede vivir. Nuestra autoridad como cristianos es para que el hombre crezca hasta la altura de Cristo mismo». Para el obispo, la importancia de esto es radical en el clima que se vive en la universidad hoy. ¿Qué experiencia es aquella que puede valorar todo lo que hay de bueno y de verdadero en las demandas que se levantan desde la gran agitación estudiantil? Sólo aquella que pueda ir más allá de lo político, de lo contingente, del mero utilitarismo del momento: solamente la experiencia llena de la autoridad de la verdad vivida. Sólo esto puede cambiar el clima actual de debate en el cual el hombre «no está en el centro de la discusión». Esta es la «gran audacia de ser cristiano»: ser conscientemente testimonio de Cristo presente y vivo, y estar, por lo tanto, lleno de aquella autoridad que es experiencia una vida verdaderamente humana.
Mientras la noche continuaba con nuevas preguntas e intervenciones, que el obispo respondió con aguda inteligencia - ¡e incluso humor! -, las sombras se extendían sobre la sede de CL y hubo que encender las luces. En los rostros de todos se advertía la dicha de verse confirmados en la experiencia, acogidos y apreciados: «Ustedes son de Comunión y Liberación, y Comunión y Liberación es un movimiento de la Iglesia». Al final de aquella noche, después de un óptimo cóctel, ordenando las últimas cosas, dominaban el agradecimiento y la responsabilidad por el don del carisma de CL.