La excursión durante el Equipe de GS en Cervinia.

Solo hace falta vivir

Paolo Perego

«El Cervino nunca había estado tan bonito». Gafas de sol, bermudas y botas de montaña. Subido en una roca, dirige su mirada a las cimas que tiene delante, una mañana a finales de verano. Esas montañas llevan allí milenios, pero al pasar junto a aquel chaval de 15-16 años y oír esas palabras, fue como si una luz se hubiera encendido. Llevan allí milenios, pero «nunca habían estado tan bonitas».

Una belleza que se refleja en los rostros de las quinientas personas, la mayoría bachilleres y algún que otro profesor, que se han sentado en la hierba para cantar, siguiendo las indicaciones de un pequeño coro. Ojos y voces que muestran la plenitud del corazón.
Es sábado 3 de septiembre. El día antes, desde toda Italia, España, Portugal, Alemania, Bélgica, Gran Bretaña, Lituania, Polonia y otros países para el equipe de Gioventù Studentesca de inicio de curso, tres días de "trabajo" para los responsables de quienes viven la experiencia del movimiento entre los pupitres del aula.

Primero una cena juntos, llena de abrazos y saludos entre gente que no se ve desde hace tiempo o que ni siquiera se conoce. Después, una breve introducción y cantos. «Estamos aquí para volver a desafiarnos sobre lo que vivimos en el Triduo Pascual, cuando hablábamos de un amigo que nunca nos deja solos», explica Alberto Bonfanti, responsable de los bachilleres, que había recibido más de doscientas cartas y contribuciones de los chavales. «Todos hablan de la dificultad de vivir, de un contexto lleno de incertidumbres y vacío. De una incapacidad, como si nada pudiera satisfacer nunca el deseo que tenemos. Hemos venido aquí con una pregunta: en lo que vivimos, ¿tenemos "la experiencia de un amigo que no nos abandona"?».

Justo a partir de aquí empieza la asamblea al día siguiente. Por sorpresa, «ha venido a vernos un amigo», anuncia Alberto. Se trata de Julián Carrón, que será quien responda a las preguntas. Empieza él mismo con una pregunta directa: «¿Habéis encontrado alguna respuesta a vuestra pregunta en las Laudes?». Silencio. El responsable de CL añade: «Podemos empezar la mañana sin estar presentes en lo que hacemos. Entonces nada sirve al objetivo de buscar a alguien que esté a la altura de nuestro deseo». Luego cita a san Pablo: «"Prosigo mi carrera para alcanzarlo, como yo he sido alcanzado por Cristo". ¡Así es! No solo le había aferrado, sino que había desencadenado todo su deseo. Un amigo que no elimina el deseo».

Habla directo al corazón de los chavales, que siguen atentamente lo que está pasando en el salón: dos horas de intenso diálogo con uno «que nos trata como a hombres», dirá alguno a la salida.

Así fue con María, de Milán, por ejemplo, que contó una conversación que había tenido con una chica que había dejado de creer y afirmaba que la religión es una mentira inventada por los hombres: «porque después de morir uno desaparece. "Yo no tengo miedo a morir, ya no estaré", me dijo. Pero yo quiero creer que si tenemos este deseo de que las cosas no acaben, debe haber algo que lo satisfaga. Solo que luego, los días siguientes, su posición me empezó a parecer más defendible y menos débil que la mía...». «¿Pero qué tienes tú en tu propia experiencia para poder responder a esta pregunta? Tú vienes aquí para que yo te responda, pero no tengo intención de hacerlo. Podemos descubrirlo juntos», le provoca Carrón. Y vuelve a preguntar. «¿Tú por qué tienes esperanza? ¿Por qué lo has soñado?», y después: «¿Lo ves? Por un hecho, María. El problema es que no nos damos cuenta, y no captamos la diferencia delante de esta amiga».

Entonces invita a todos a desafiarle. «Fijaos que yo también lo necesito para ir al fondo de lo que vivo». María no se hace de rogar: «Yo pensé que quizás esto también era una ilusión, una manera bonita de estar juntos que luego se acaba, que podría irme de GS para ver como vivo sin esto...». «¿Y entonces?». «No puedo». «No es que no quiera responderte, es que no te serviría», replica Carrón: «¿Qué nos ha sucedido en la vida? GS -decía don Giussani- es la verificación de esto». Es un reclamo continuo para ir hasta el fondo. «Como hacía Jesús: "¿También vosotros queréis iros?". Esto exalta a la persona porque entonces todo lo que hacemos en la vida es para descubrir algo que ya está en nuestra experiencia».

También con Elena, de Rímini, la dinámica es la misma. Cuenta en el micrófono el verano que ha pasado estudiando inglés en Irlanda. «Al principio me sentía sola y solo quería volver, pero la realidad era aquella». Cuenta que todo cambió cuando se dio cuenta de que «no tenía que hacer otra cosa que ser yo misma. Y la gente que me rodeaba, sin que yo hiciera nada en especial, empezó a notar en mí algo interesante». Por ejemplo, dos chicos turcos, musulmanes. Charlando entre ellos, Elena les contó que era cristiana, les contó su encuentro, les habló de la vida de GS. Omar, uno de ellos, le dijo: «Ese encuentro del que hablas es lo que nos falta a nosotros». Un diálogo que se repitió con otro chico siciliano al que Elena invitó a Escuela de comunidad y que al salir de allí le preguntó: «¿Pero de verdad os sentís queridos? Yo también quiero sentirme así, quiero vivir como vosotros».

«¿Qué entiendes tú de todo esto?, ¿qué es lo que han visto estas personas de las que hablas?», replica Carrón. Es un tira y afloja de preguntas y respuestas. Elena llega a la cuestión: han visto una mirada. «¿Y de dónde nace esa mirada?», insiste el sacerdote: «Un amor, ¿dices? Si decís estas cosas os tomarán por locos. No os separéis ni un milímetro de la experiencia que vivís. Esta mirada la sorprendes en ti, ¿pero de dónde te viene?». Otros diez minutos de toma y daca sin respiro. «Tu mirada no solo es así porque has encontrado a alguien, sino porque lo has seguido. Sin irte a Irlanda, sin enfrentarte a todos estos tan distintos a ti, no te habrías dado cuenta de la diferencia que portas, de la novedad que el encuentro que has tenido introduce en tu vida. Cuando el Papa nos dice que nos conviene "salir", lo hace para que podamos adquirir la confirmación de lo que nos ha pasado. No lo dice como instrucciones para la misión». Igual que los apóstoles. «El encuentro con Él les había marcado hasta la médula, y por eso fueron por el mundo entero». Para vivir ellos, no solo para contarlo.

Luego le tocó el turno a Giovanni, con su deseo de ser «feliz para siempre». Carrón le invita a mirar a fondo este deseo suyo, porque «es Dios quien te lo ha puesto dentro, y es Dios quien lo exalta. Un tú distinto a ti. Por eso necesitamos un encuentro. Por eso se hizo carne, y permanece en la Iglesia. No hay otra manera de vivir que no sea buscarlo día y noche».

El resto del día estará dominado por la gratitud ante lo que está sucediendo. Se hace patente por la noche, en una velada de cantos propuestos por los propios chavales, con canciones de las que escuchan ellos, temas de Coldplay, Amy Winehouse, Brandi Carlile, en un recorrido por las preguntas y deseos del corazón humano en un mundo lleno de miedo e incertidumbre.

Partiendo de este mundo tan difícil, el padre Pierluigi, que guio el Triduo Pascual, lanza su propuesta de trabajo para la Escuela de comunidad de este año, con nuevos instrumentos para «ayudarnos a vivir». No es una cuestión de coherencia, de cumplir unas reglas. Es tan solo un "sí", como el de Pedro, lleno de límites y de incapacidad, pero todo él dominado por «esa simpatía humana» que aquel hombre llevaba dentro. Eso es lo que permite ponerse en camino, subraya don Pigi, retomando el desafío de la asamblea de la mañana. «La vida de GS es la verificación de esto. Y el instrumento es la Escuela de comunidad». No se trata de un discurso. «Lo que hoy os estamos proponiendo es una lucha que queremos que comience en vuestra vida para entender si vale la pena ser cristianos en este momento histórico». Es decir, la posibilidad de «una confirmación en la experiencia». Como decía Carrón.

La propuesta no es del todo nueva. «GS siempre ha sido esta vida», explica Alberto mientras presenta a Marta Busani a la mañana siguiente. Es la autora de un libro sobre los orígenes del movimiento de CL (Gioventù Studentesca, Storia di un movimento cattolico dalla ricostruzione alla contestazione, Studium). Marta narra los primeros años. Los primeros encuentros, la preocupación de don Giussani por cada aspecto de la vida de aquellos chavales a los que iba encontrando, pero también por la suya propia, por es "confirmación en la experiencia" a la que, más de sesenta años después, se invita también a los chavales reunidos en Cervinia. «Solo a partir de aquí pueden nacer los gestos e instrumentos. No como un esquema. El fondo común, la caritativa, los grupos culturales... y las primeras misiones en Brasil». No hay nada que inventar, por tanto. Solo hace falta vivir.

«Lo que se os pide es usar el corazón, juzgar para ver si en vuestra experiencia se ha posado la mirada de Jesús», añade don Pigi. «Esa insistencia con la que nos sigue preguntando "¿tú me amas?"», a cada instante, solo «esta pregunta es capaz de ensanchar nuestro corazón como nadie en este mundo». Igual que ante el Cervino, una mañana a finales de verano.