Una escena de <i>Barrabás</i>.

«Barrabás somos nosotros»

Marina Maffei

Al presentarnos, me dan ganas de decir: «Barrabás somos nosotros». Y cuando digo “nosotros” me refiero a los 24 alumnos y al grupo de adultos que les acompañamos desde el 29 de octubre del año pasado, cuando empezó una aventura que ni en mis sueños más atrevidos habría podido imaginar. Una aventura con el texto de Barrabás de Pär Lagerkvist, una novela que después se ha convertido en una puesta en escena teatral en dos actos. Conseguimos llevarla al escenario en poco menos de seis meses, y eso que ni siquiera el propio Lagerkvist creía que su drama pudiera dar resultado sobre las tablas, «a menos que fuera recitándolo simplemente, con sencillez bíblica, como una leyenda». Y eso exactamente era lo que podíamos hacer nosotros, meros aficionados.

Hace seis meses tuvimos el “estreno” del espectáculo. Fue la noche del 23 de abril y estuvo a la altura de las expectativas, suscitó interés y curiosidad. El domingo 27 de octubre volvimos a representarla, esta vez ante un público mucho más numeroso, donde se encontraba el obispo de nuestra diócesis, Alberto Maria Careggio. Era una función solidaria con AVSI.


En estos últimos meses, verdaderamente nos hemos convertido en “Barrabás”. Lentamente, como por ósmosis, los pasajes de la novela, adaptados con un cuidadoso respeto al texto literario, han ido modelando nuestra fisonomía, nuestro pensamiento, la forma misma de nuestra compañía. Todo empezó por un deseo y por una intuición. El deseo de participar, de un modo creativo y cultural digno, en la reflexión sobre la experiencia de la fe en este año de gracia propuesto por Benedicto XVI. Y la intuición de establecer una alianza entre la fe y el sentido religioso de manera que todos los hombres se pudieran reconocer en un pecador como Barrabás.

Lo que nos movió desde el principio fue una frase de Benedicto XVI en la carta apostólica Porta Fidei, donde habla de la búsqueda del hombre como «auténtico preámbulo de la fe, porque lleva a las personas por el camino que conduce al misterio de Dios». Aquí estaba la primera pista: la fe desde el punto de vista de alguien que quisiera creer.

Cuando leí este punto, me vino a la mente esta novela que leí hace muchos años y el diálogo entre el procurador romano y Barrabás, tras ser liberado en lugar de Jesús: «¿Por qué llevas ese Christos Iesus grabado en la placa?». «Porque yo quisiera creer». Y pensé en cuántas personas he conocido con este deseo, más o menos expresado. Releí entonces el libro y descubrí una cosa: la inquietud de Barrabás, esa tensión por entender qué había sucedido y quién era ese Hijo del Hombre, su humanidad herida no es sólo la de alguien que quisiera creer sino que es también la mía, eso es lo que me permite ser cristiana.

Llamamos a nuestra compañía “El pórtico de Salomón” por el lugar donde se dice que los cristianos solían reunirse. También en la novela de Lagerkvist hay una referencia a esto. De ahí a imaginar a nuestra compañía en el escenario (“bajo el pórtico”) había un paso sutil: una compañía que es espectáculo para el mundo.

Barrabás ha sido un acontecimiento. Algo ha sucedido, ahí, en el escenario. Algo distinto de lo que pasó el día anterior, la semana anterior, el mes anterior, algo que está más allá de nuestras previsiones y expectativas. Algo más. Y allí mismo, a la vista de todos. Nos hemos dejado desafiar por Lagerkvist y nos gusta pensar que él estará contento por haber visto desde el Paraíso su obra representada «con sencillez bíblica».