El encuentro en Lecco sobre los cristianos perseguidos.

Un año al lado de los cristianos perseguidos

Linda Stroppa

Comenzó como una provocación, hace poco más de un año. La historia de Asia Bibi, la mujer pakistaní encarcelada injustamente por una ley contra la blasfemia, les puso en marcha hasta el punto de preparar una exposición itinerante que describiera el drama de los cristianos perseguidos por su fe. «Queríamos entender por qué era posible esperar y vivir sin miedo en lugares donde el cristianismo molesta», explica Massimiliano, estudiante de quinto en el Liceo Leopardi de Lecco. «Asia Bibi es cristiana, como yo. No me podía quedar mirando». Así, junto a un grupo de compañeros y profesores, empezó su viaje por las ciudades italianas, e incluso fuera del país, para contar a estudiantes y amigos las vidas de hombres y mujeres que mostraban los paneles. Como la de Shahbaz Batthi, asesinado en Pakistán el 2 de marzo de 2011.
”Su nombre es su fe. Testimonios de la verdad”. Decidieron titular así la exposición, que nació entre los pupitres después de una charla con el director del instituto. Una iniciativa sencilla, que en un año ha implicado a cientos de chavales en parroquias, escuelas y centros desde Lecco hasta Roma, desde Alemania a Kosovo.

Un año después, la aventura continúa. Esta semana, en el Teatro Cenacolo de Lecco, más de 150 jóvenes se han reunido con el deseo de relatar lo que ha sucedido a partir de esta propuesta. En el escenario, Filippo, de cuarto, que habla de su encuentro con sor Marcela, misionera en Haití, y de la recogida de fondos que organizó para el país caribeño. También está Ayman, que testimonia la experiencia de los cristianos en Egipto después de la primavera árabe. Marina, una egipcia copta de 21 años, habla del padre Filemón, que defendió con su propio cuerpo a un soldado en peligro de linchamiento por haber matado a cristianos, y que mostró así a sus chicos qué significa el perdón, «de un modo que no habrían podido expresar ni las mejores palabras». Después es el turno de Massimiliano, que cuenta lo que ha visto suceder en su instituto: una amistad nueva entre alumnos y profesores. En primer lugar, en el estudio. Una mirada que «ha cambiado la perspectiva».

La velada continúa con un encuentro titulado “Amando hasta el final”, sobre la cuestión de la libertad religiosa en el mundo. Después de una introducción musical de la orquesta juvenil "Roberto Goitre", llegan las intervenciones de Gerolamo Fazzini, director de Mundo y Misión, Gianni Mereghetti, profesor, y el Padre Rafael Abouna, sacerdote copto ortodoxo de la comunidad de Cinisello Balsamo. La lista de países donde se persigue a los cristianos encoge el corazón. «A pesar de la muerte de Shabhatz Bhatti y de la acción de su hermano Paul, consejero extraordinario para las minorías, la situación en Pakistán no ha mejorado», explica Fazzini. «Igual que en Siria, India, Nigeria, China...». Un elenco interminable que podría hacernos perder la esperanza.

«Pero no es así», dice Mereghetti. «Esta noche es la prueba de ello. La música, los testimonios que hemos escuchado, la leticia en los rostros de estos chicos, dicen algo más. Dentro de todo lo que ha sucedido hoy no hay una reacción a la violencia del mundo, sino la belleza de la experiencia cristiana, que es plenamente humana. La discriminación de la que habéis hablado llega hasta nosotros, dentro de nuestras escuelas. Es una mentalidad que elimina a Cristo y la relación con el misterio».
«Entonces», pregunta Francesco, de diecisiete años: «¿cómo podemos llevar a clase lo que tenemos como más querido?». «La mejor modalidad eres tú, soy yo», responde el profesor. «¿Qué hemos encontrado tú y yo? ¿Cristo responde a nuestras preguntas? Sí. Entonces, no hay análisis que valga, no hay discurso. Basta sólo vivir, sin miedo a nuestra humanidad».
En la platea, de pronto, silencio, como si fuera necesario estar callados para mirar bien lo que está sucediendo. «Pensar que todo empezó por un recorte de periódico y una charla en un descanso, me dan escalofríos», piensa Massimiliano. «Quién nos iba a decir que nacería una amistad así, que implicaría a chicos de toda Italia, incluso a padres, profesores, periodistas y hasta personas de otras religiones».

Al terminar, vuelta a casa. Antes de ir a la cama llega un sms. Es Viviana, una amiga que estudia en la universidad en Milán: «Hoy ha sucedido algo grande, es evidente. Sólo tengo clara una cosa: ni mis males ni la persecución pueden alejarnos de la felicidad, que es amarle a Él. Ver los rostros de los chicos que han hablado ha sido la demostración concreta de que Cristo está presente ahora. Y que me está amando como nunca».