La juventud es el tiempo del Tú

Bajo este lema, cien bachilleres participaron en los Ejercicios de Semana Santa celebrados en Ávila. Publicamos las cartas de algunos de ellos.

Cosas que necesitaba oír
¡Qué grandes han sido estos ejercicios! Se han dicho tantas cosas de las que necesitaba oír que no puedo sino compartirlas.
Iba con la intención de poder reconocer mejor ese Tú que ya forma parte de mi vida. El título ya ayudaba: “La juventud es el tiempo del Tú”. Es en la juventud cuando surge la dramaticidad de la vida, ya que es el momento en el que nos damos cuenta de que echamos de menos algo. Esta afirmación me hace comprender que no soy una chica caprichosa, inestable o rara. Que lo que me está sucediendo no es más que el deseo de algo grande, y que para nada estoy sola en este recorrido.
También se dijo que el tiempo es el mayor recurso que usa Dios para cumplir y realizar lo que el corazón del hombre desea. Quiero aprender a esperar en este tiempo, pues impaciente lo soy un rato, y la espera me bloquea. Necesitaba oír que realmente el tiempo valía la pena, como también que incluso el dolor es un regalo para poder ser más conscientes de lo que nos sucede. Que no importa equivocarnos pues forma parte del camino. Que hay algo interesante que me puede atraer sin que yo me lo invente. Que la vida empieza con una pasividad, un dejarse hacer. Y que lo contrario de estar distraídos no es estar atentos, sino atraídos, ya que cuando le doy al análisis me pierdo muchos factores; he de dejarme llevar por la fascinación.
En todo momento parecía que Nacho me hablase a mí. Él nos entendía, pues todo corazón humano desea lo mismo, y por eso cuando hablaba nos sentíamos abrazados.
Ingrid Guillén (Barcelona)

Por fin lo he entendido
Durante EncuentroMadrid tuve la gran suerte de que me dejaran trabajar de voluntario con los bachilleres en cocina, pero antes de empezar César reunió a todos los que iban a trabajar ese turno para explicarnos la importancia que tenía lo que estábamos a punto de hacer. Dijo así: "Aquello que vamos hacer hoy, o nos implicamos entendiendo por qué lo hacemos o nada… O esto que vamos a vivir juntos son hechos que cambian el corazón, o si no sólo pasaremos un buen rato”. Esa frase me dolió en particular pese a que no era la primera vez que la escuchaba. Fue un claro ejemplo de lo que ha sido mi vida en los últimos tropecientos meses. Puedes vivir algo grande como Picos o EncuentroMadrid; puedes tener una experiencia personal increíble con algo que te acontece, pero si después se pierde al cabo de poco en tu día a día, ¿qué sentido tiene que suceda? César, para mí, no sólo se refería al trabajo de ese día en Em*, sino en todos los aspectos de mi vida. Sí que veo que hay puntos en mi día a día que despiertan mi interés (como la caritativa o la Escuela, alguna relación, o incluso el estudio), pero suelo perder ese grito de quererlo todo a lo largo de mi semana. Llamadme obseso, si queréis, pero yo quiero vivir con esa necesidad siempre, y no sólo en puntos concretos.
Suelo pensar: “debo tener una mirada más atenta, más disposición, etc”, como que ya me conozco el remedio para esta situación, ya me sé los pasos a seguir…
Durante los Ejercicios de Bachilleres en Ávila, César nos comentaba que era necesaria una mirada sencilla, ser sencillo y fiel ante lo que nos acontece. Yo sé que he llegado a vivir con esta mirada, pero la perdí en mi día a día. A lo mejor tengo que volver a entender qué es una mirada sencilla. Quiero sorprenderme por las cosas, pero es necesaria una sencillez. Bajo desesperación, le fui a preguntar a César qué es una mirada sencilla, porque a lo mejor nunca llegué a tenerla. Él me contestó que alguien sencillo es aquél que sabe que está hecho y se deja hacer, fiándose.
Una vez Betta me preguntó que por qué razón me interesaba ir a todos estos sitios. Yo no supe dar una respuesta coherente. Por fin lo he entendido: porque se me vuelve a abrir esa gran herida de quererlo todo, de querer entender, de querer tener una vida GRANDE, de ser sencillo. Herido porque veo que yo no vivo así, y eso hace a uno moverse. Y nunca una herida me ha sentado tan bien. Lo único que quiero es que esta herida no se me cierre, tener esta tensión siempre. Me conozco lo suficiente como para saber que cada día no va a ser así, pero sí quiero que esta herida se mantenga.
Fernando Giordani (Barcelona)

La educación necesaria
Feliz Pascua a todos, quería explicaros lo que han sido para mí los ejercicios de este año.
¡Han sido una pasada! La verdad es que salí muy contenta de ellos; por haber visto a los amigos, haber conocido a más gente...Pero sobre todo por haberme dado cuenta de que quiero seguir ese camino que nos propuso Carrón y que ahora nos ha vuelto a proponer Nacho.
El título de los ejercicios era: "La Juventud es el tiempo del Tú". Porque es en la juventud donde uno se da cuenta de esa exigencia que ya salía a la luz en los cantos nada más empezar: "algo echo en falta, no sé si será el amor" (La senda del tiempo). Y porque muchas veces, la mayoría, vemos la realidad como un paisaje, como un decorado, hasta que empezamos a sorprendernos de las cosas que suceden. Como un simple saludo de alguien con el que te cruzas por el pasillo y te pregunta: ¿qué tal estás?, o ves que en casa tus padres, a pesar de haber estado todo el día trabajando, te esperan para cenar cuando vuelves tarde. Pequeñas cosas con las que uno, poco a poco, se va dando cuenta. Y se pregunta: ¿pero, por qué?
Yo lo he visto claramente estos días en Menorca, que fuimos tres familias a pasar toda la Semana Santa juntos. Éramos 27 personas y más de la mitad menores de 13 años. Os podéis imaginar, ¡menudo caos! Y sin embargo, al vernos juntos, he empezado a entender que todo lo que tengo me es dado. Yo quiero ser educada para reconocer ese Tú que me mantiene en relación con la realidad, y que lo importante no es pensar en el futuro, sino “vivir el presente deseado”.
Cristina Gasparri (Barcelona)