Huellas N.8, Septiembre 2005

Fascinados por Cristo

La XXVI edición del Meeting de Rímini ha sido un éxito. Incremento de la participación más allá de las expectativas, destacadas personalidades y debates de gran actualidad cultural y social, atención masiva de la prensa en Italia. Y, sobre todo, un sinfín de relaciones nuevas o amistades que se consolidan: ministros afganos e iraquíes, periodistas y obispos, hombres de izquierdas que aman la libertad, estudiosos del islam, exponentes del gobierno y de la oposición, poetas y banqueros. Un éxito. ¿Qué ha ocurrido en el recinto ferial de una colorida ciudad costera?

El lema planteaba el tema de la libertad. En efecto, recobrar el significado de las palabras más trascendentales de la experiencia humana es siempre necesario, y el Meeting tiene su método para conseguirlo: una compañía guiada al destino y una comparación a campo abierto con todo lo que interesa a la vida. En los días que le siguieron, hablando a 800 responsables de CL provenientes de 70 países, Julián Carrón afirmó: «Jesucristo fundó la Iglesia, no una universidad». El Meeting y la vida que en él se expresa de mil maneras no surgen de estudios teóricos. No es un grupo de intelectuales lo que da vida y sustancia al evento de Rímini. En su origen está la experiencia de un hombre, don Giussani, empeñado en descubrir el sentido de su propia existencia y, por lo tanto, en comprobar la extraordinaria propuesta que el encuentro con Cristo ofrece, tan acertadamente resumida por Benedicto XVI en Colonia: «Dejaos fascinar por Cristo». Un hombre cuya “fiebre de vida” ha generado un pueblo que ahora lleva, sin merecerlo pero con alegría, su heredad.

El Meeting muestra una “extraña” confianza en el hombre, cuando hoy parece que la vida es un caos inútil, sin nada seguro y que se pueda amar. Y palabras como libertad, justicia, belleza y verdad están aparentemente condenadas a indicar algo vago e inaferrable. La existencia misma parece «un cuento relatado por un idiota... que no significa nada», diría Shakespeare. En cambio, cuando la experiencia personal se inserta en un pueblo puede llegar a comprender el alcance de lo humano y la hondura de la vida, y afrontar la realidad según toda su dramática amplitud y su misteriosa profundidad.

El cristianismo se propone como el cumplimiento de la aventura que es la vida. La fe no aquieta nuestras ansias y Dios no es alguien ante quien levantar los puños u oraciones con rabia. La fe despierta, discretamente, nuestro corazón cada mañana y nos dispone a abrirnos a la realidad tal y como se nos presenta, diciendo “tú” al secreto que todo encierra, como dijo Carrón a los responsables de CL en La Thuile. La fe va abriendo el corazón y lo dispone hacia la existencia como algo bueno. Parece increíble, pero lo atestiguan muchos ejemplos de vida cristiana en situaciones y lugares de lo más diverso. El “éxito” del Meeting no es solo el reconocimiento social que obtiene, sino el hecho de manifestar un fragmento de pueblo y de historia verdaderamente útil a la compañía de todos los hombres.