Colonia (Foto Unsplash/Leonard Muller)

«Lo que he visto en el Rhein Meeting»

Dos días en Colonia bajo el lema “¿Por qué no nos bastamos nosotros mismos?”

Del 8 al 10 de marzo, se celebró en Colonia el Rhein Meeting, el encuentro cultural organizado por la comunidad de Comunión y Liberación en Alemania. La edición de este año llevaba por título “Warum genügen wir uns selbst nicht? – ¿Por qué no nos bastamos nosotros mismos?”.

Durante el acto principal del Rhein Meeting, el teólogo Javier Prades partió de una intuición genial con Shallow, la canción de Lady Gaga, como ejemplo de cómo la pregunta por el significado último de la vida de cada uno de nosotros, hasta en el más alejado de la experiencia cristiana, acaba apareciendo tarde o temprano. De hecho, incluso cuando en nuestra vida ha acontecido el encuentro con Cristo, esta pregunta, aunque con una conciencia distinta, se asoma en nuestra vida diaria, sobre todo en los momentos en que se agudiza la percepción de la desproporción que hay entre nuestro ser humanos y la promesa de eternidad que el hijo de Dios nos hizo al resucitar. Con estas premisas en los ojos y en el corazón, cuento lo que ha sido para mí el Rhein Meeting.

Dicho muy sencillamente, ha sido un nuevo encuentro con el carisma del movimiento, un signo inequívoco de la presencia de Cristo entre nosotros. Porque, si por un lado me asombra el agradecimiento de los amigos que he visto e invitado, por otro reconozco que lo que soy capaz de hacer, o la capacidad que pueda tener el mejor de nosotros, nunca podría ser tan fascinante como un atractivo que lo une todo y lo hace todo.

He visto amigos conmovidos porque allí reconocieron a Cristo presente. Como Chiara y Giuseppe, ella embarazada de nueve meses, que han venido a Colonia recorriendo 90 km, con la tensión que supone un parto inminente, que de hecho se produjo dos días después. Apenas los vi unos segundos, con los ojos brillantes de felicidad por la belleza de nuestro encuentro. También “vi” a Anna, aunque no físicamente porque ella también estaba en un avanzado estado de gestación y lo ha seguido todo entre bambalinas, manteniendo actualizadas las redes sociales. He visto a Tommaso, Giovanni, Pietro y varios jóvenes de Milán que aceptaron mi invitación tras una provocación que les lancé durante las vacaciones de Navidad. También a mi amigo Patrick, después de varias semanas en el hospital y todavía con dolores de espalda, acompañado de su mujer Yvonne, haciendo un esfuerzo enorme para saludarnos aunque solo fuera media hora porque «cuando te esperan amigos así, aunque el cuerpo esté probado, el alma se reconforta». He visto a Tina, Dirk, Helena, Ralph, Fabrizio y todos los amigos de Bonn que hace unos meses no nos conocíamos y ahora son un ejemplo de fidelidad para los que conocemos esta historia desde hace tantos años. También he visto a un amigo mío protestante, padre de un compañero de mi hijo al que invitamos a un acto del Meeting infantil, que me preguntó por qué no había invitado a toda la familia a algo tan bonito e interesante. Y he visto a otra Anna venir en tren desde Múnich en plena huelga nacional con su niña de seis meses, dejando en casa a sus otros tres hijos, para mostrarnos los “confines” del espacio infinito. Y he visto a mi familia a los amigos de mi fraternidad, felices y conmovidos por lo que hemos vividos estos días.

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Uno de los ponentes del Rhein Meeting, el profesor Laerte Patera, nos puso un video para explicarnos cómo algo que a un ojo inexperto puede parecerle solo un viejo televisor roto en realidad era un importante hallazgo científico. Pues bien, este ejemplo tan sencillo y su asombro ante esas imágenes me hicieron tomar conciencia del hecho de que a nuestro alrededor ya lo tenemos todo, que la belleza de Cristo siempre está a la vida. Basta con saber dónde mirar y confiar en quien te indica el camino.
Luca, Colonia (Alemania)