Los Ángeles (Foto: Juan Carlos Becerra/Unsplash)

Los Ángeles. «Este lugar se me ha dado por amor a mi vida»

Una nueva Escuela de comunidad en una parroquia cercana al aeropuerto de la ciudad californiana. El deseo de poder vivir una experiencia “presencial”, algo que aún escasea después de la pandemia

En Los Ángeles, donde el ritmo de la vida es veloz –apenas tienes un instante para responder sinceramente cuando alguien te pregunta «¿cómo estás?» y reina un escepticismo latente sobre el hecho de que esa pregunta pueda ser alguna vez sincera–, hay un pequeño grupo de gente que se reúne cerca del LAX (Los Angeles International Airport) para testimoniar entre ellos y al mundo entero que aún queda humanidad.

Desde que empezó la pandemia, pero también después de que las puertas del mundo se reabrieran a la vida común, la mayoría de las Escuelas de comunidad de la región de meridional de California (con algunas excepciones) siguieron reuniéndose online. Guido, Nancy y Maurizio, las columnas de esta Escuela de comunidad cerca del aeropuerto de Los Ángeles, se dieron cuenta de que necesitaban para vivir la experiencia de esta compañía de carne y hueso. Como dice Guido, «en los últimos meses he tenido varios encuentros con nuevos amigos y personas que expresaban su necesidad de “tener un lugar, una casa”, y el drama de no haberlo encontrado todavía. Ese grito me ha acompañado estos meses». Los Ángeles es una ciudad de paso, donde la mayor parte de la gente que participa en la comunidad está aquí durante unos meses, tal vez unos años, pero luego la vida les lleva a otra parte. Es habitual sentir esa falta de pertenencia en Los Ángeles.

Esta llamada a satisfacer la necesidad de un “lugar” se sitúa en un contexto más amplio, a lo que el papa Francisco nos invitaba en su audiencia con Comunión y Liberación: «para que el carisma que don Giussani os ha entregado alcance nuevas personas y nuevos ambientes, para que sepa hablar al mundo de hoy, que ha cambiado respecto a los inicios de vuestro movimiento. ¡Hay muchos hombres y muchas mujeres que todavía no han hecho ese encuentro con el Señor que ha cambiado y hecho vuestra vida hermosa!» (Papa Francisco a Comunión y Liberación en la plaza de San Pedro, 15 de octubre de 2022).

Estos dos aspectos, los dos juntos, les llevaron a proponer a los fieles de la iglesia de la Visitación una Escuela de comunidad presencial. Como Nancy pudo constatar hablando con una de ellos, la propuesta es muy sencilla:

«Entonces, ¿en qué consiste vuestro grupo?».
«Es un grupo para educarnos en la fe en Jesucristo y en la amistad».
«¡Ah, qué fácil! ¿Y qué hacéis en vuestros encuentros?».
«Leemos un libro que ha escrito monseñor Luigi Giussani y comparamos nuestra experiencia con lo que dice el texto».
«¿De qué habla el libro?».
«De fe y razón. Explica cómo ambas nos ayudan a reconocer a Cristo en la vida».
«Eso es algo muy necesario en la Iglesia. Me alegro de que estéis aquí. ¿Durante cuánto tiempo se reunirá vuestro grupo, un par de meses?».
«No. Nos reuniremos durante el resto de nuestra vida porque la educación en la fe es algo que necesitamos siempre».
Ella sonrió y con ojos brillantes respondió: «Es verdad, nos hace mucha falta».

Juzgando su experiencia, Guido decía: «En la sencillez del pequeño gesto que hemos tenido de invitar a la gente de la parroquia, algo nuevo se ha abierto paso en mí. Ahora me maravillo al reconocer que este lugar se me ha dado por amor a mi vida. Gracias a la conciencia de este don, la vida y las circunstancias se convierten en un ofrecimiento sencillo de Su amor y Su amistad a la sed de las personas de la parroquia que Él ha elegido para poner en mi camino».

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Maurizio es quien guía el grupo de Escuela de comunidad de la parroquia y expresa así el valor que tiene para su vida: «Mi implicación en la Escuela de comunidad me ha cambiado por completo. Las experiencias compartidas y las relaciones que se han creado me han ayudado a comprender más a fondo la comunión. No solo se trata de participar en la misa dominical, de seguir las celebraciones o ponerse de acuerdo y discutir sobre lo que creemos. Se trata de abrazar un sentido profundo de comunionalidad y preguntarnos por las razones sobre las que se basan nuestras convicciones. Me ha mostrado la importancia de vivir en comunión con otros y, sobre todo, conmigo mismo. Me ha hecho reflexionar sobre los “porqués” y no dar por descontado lo que recibo».
Ellynore, Los Ángeles (Estados Unidos)