Monseñor Camisasca con un grupo de jóvenes taiwaneses

Taipéi. «Un amigo en nuestra casa»

La presentación de un libro en la universidad, la misa por don Giussani, la Escuela de comunidad… La visita de monseñor Massimo Camisasca a Taiwán

Hace tiempo invitamos a monseñor Massimo Camisasca, fundador de la Fraternidad San Carlo, a que viniera a visitarnos a Taiwán para celebrar juntos nuestra presencia en Taipéi. Nuestra casa nació en 2001 y desde entonces son muchos los sacerdotes que han pasado por esta isla. Para esta ocasión, pensamos que sería bueno traducir un libro suyo. El título nos lo sugirió él mismo: La casa, la tierra, los amigos.

Finalmente el libro se publicó en chino y don Massimo vino a presentarlo personalmente a la Universidad Católica Fujen de Taipéi, donde muchos de los sacerdotes trabajamos o estudiamos. El sábado 24 de febrero, en un aula de la Facultad de Idiomas, se reunieron un centenar de personas. Fue un momento precioso. Empezamos con dos cantos, como solemos hacer antes de nuestros encuentros: La strada de Claudio Chieffo y una canción china sobre el deseo. Además de don Massimo, participó sor Teresa Liu, de las Hijas de san Pablo y responsable de la editorial que decidió publicar el libro en chino. También estaba nuestra amiga Yaling, que ha traducido el libro.

Tras la presentación fuimos a la capilla universitaria, donde el arzobispo de Taipéi, monseñor Thomas Anzu Chung, presidió la santa misa en sufragio por don Giussani. Gracias a don Giussani, don Massimo, cuando era alumno del liceo Berchet de Milán, conoció el movimiento de Gioventù Studentesca, del que luego nacería Comunión y Liberación. Y gracias a don Massimo, nació nuestra Fraternidad de misioneros. Y también gracias a él, mis hermanos y yo llegamos a esta isla para llevar a todos los que nos encontremos la belleza que hemos encontrado en Jesucristo, según ese acento particular que es el carisma de don Giussani.

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Estos días con don Massimo hemos participado en varios momentos de la vida del movimiento local: una Escuela de comunidad sobre El sentido religioso con un grupo de jóvenes trabajadores, el encuentro de los universitarios, la cena de la Fraternidad… Como siempre, vuelve a sorprendernos la familiaridad que enseguida se genera entre nosotros a pesar de las diferencias lingüísticas y culturales. Hemos podido ver que el corazón del hombre es el mismo en todos los rincones del mundo y que todos desean una amistad que pueda durar siempre.
Paolo Costa, Taipéi (Taiwán)