Exposición dedicada a Leonard Cohen (Foto New York Encounter)

New York Encounter. Una lente excepcional

Sean cuenta el trabajo que ha hecho con su mujer y sus amigos para preparar una exposición sobre Leonard Cohen. Tras la muerte de su hijo, hace poco más de un año, «una vida nueva se abre paso en mí»

La exposición sobre Leonard Cohen que preparamos para el New York Encounter ha dado muchos frutos inesperados. Unos días después del Encounter, surgió una conversación en nuestro grupo que lo puso en evidencia. Este es un resumen de nuestro diálogo.

A mi mujer y a mí, que habíamos trabajado en esa exposición, nos estaba costando mucho retomar nuestro camino tras la muerte de nuestro hijo y este proyecto nos puso en movimiento. Nos hizo recuperar de golpe capacidades perdidas y volvió a despertar nuestro interés por el arte. En parte, el mérito es del propio Cohen, al que hemos conocido mejor haciendo este trabajo. Dedicó toda su vida a la poesía, trabajando a veces hasta cuarenta años en un texto, o escribiendo ochenta variantes de versos antes de elegir cuatro para su Hallelujah. Cohen intuía con gran claridad que el acto de creación artística era algo que tenía una finalidad y a veces nos recordaba que la creación siempre era una forma de diálogo con Dios.

Igual que nosotros, otra amiga de nuestro grupo contó que estaba “agradecida por haber dado” una pequeña parte de su tiempo y energías a la exposición. En un periodo difícil, ha visto que irse hasta Nueva York –gastarse el dinero para cantar tres canciones en nuestra velada nocturna– y volver a casa ha sido para ella una forma de expresar para qué ha sido creada y a quién pertenece. Se decía feliz por haber descubierto que tenía algo que dar. Es un sentimiento que todos compartimos de distintas formas.

Cuando decidimos montar la exposición, nuestro mayor deseo era que se pudieran generar nuevas relaciones. Eso nos interesaba más que una exposición perfecta, y lo logramos. Un miembro de nuestro grupo se conmovió al ver cuántos jóvenes, que nunca habían oído hablar de Cohen, se asomaban interesados y cambiaban a lo largo del recorrido. Otro recuerda haber visto a alguien que volvía a ver la exposición por segunda vez. También han surgido interesantes conversaciones con personas que expresaban su aversión hacia Cohen o su desinterés al respecto. Cohen ha demostrado ser un punto de partida muy válido para ir a fondo, señal de que verdaderamente era un buen tema que abordar.

Durante nuestra conversación salieron varias cosas que nos han impresionado mucho de Cohen y que surgieron al presentar la exposición en público. Por ejemplo, Cohen nunca reducía el alcance y la crueldad del sufrimiento, ni el misterio inagotable de la belleza. Hemos visto que ciertos detalles de la obra de Cohen resultan sorprendentemente relevantes en nuestra vida, en nuestros problemas e intereses.

Hemos visto cada vez más claramente que la fuerza del Encounter no reside en su perfección sino en la lente excepcional que ofrece para mirar la cultura. Yo me dedico al mundo académico y mientras hacíamos la exposición era muy consciente de que no me iba a proporcionar ningún progreso en mi carrera, ni saldría un trabajo perfecto. Pero me ha parecido verdaderamente interesante afrontar problemas culturales en el espacio que crea el Encounter, un espacio plenamente humano, con una propuesta total para el hombre que, por una vez, no es parcial. Muchos de los grandes espacios culturales de nuestro mundo no implican una propuesta correspondiente a la propia humanidad, sino que obedecen a las dinámicas de poder que son propias de todos los ámbitos de una sociedad orientada a obtener el máximo rendimiento. El Encounter es diferente, y ahí reside su principal fuerza.

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Tras esa conversación con el grupo de voluntarios, me acosté feliz y lleno de energía, no por haber logrado lo que tenía previsto ni porque hubiera mejorado mi labor, sino porque sentía una vida nueva que se abre paso en mí, una mirada nueva y luminosa hacia mi realidad, viva y abierta de par en par, signo de mi encuentro con Dios.
Sean, Montreal (Canadá)