Puente sobre el Mississippi en Baton Rouge (Lousiana - Unsplash/Vladimir Oprisko)

El “Spirto gentil” sopla en Baton Rouge

Una estrecha amistad con una pareja que está “de paso” en Lousiana cambia la vida de Bill y su mujer, hasta llevarles a abrir su casa para compartir una pasión infinita

Hace casi un año, mi mujer y yo tuvimos el primer encuentro de la “Spirto Gentil Society”. Se trataba de una pequeña fiesta que consistía en treinta minutos de música (dos piezas) precedidas por la lectura de las correspondientes reflexiones de don Giussani en la colección de CD Spirto Gentil. Esa primera noche tuvimos ocho invitados, una discusión muy viva y la esperanza de que la cosa creciera. En los cuatro encuentros siguientes tuvimos una media de algo más de 25 participantes.

Jóvenes, matrimonios, solteros, personas de media edad: cada vez se presenta un grupo variado. Muchos no se conocen entre sí, pero siempre nos despedimos como si fuéramos viejos amigos. Un sacerdote que solo había oído hablar de Giussani de pasada, después de escuchar el responsorio Caligaverunt oculi mei de De Victoria y el comentario de don Giussani, preguntó: «¿Quién es ese hombre? ¿Quién es ese hombre que sabe escribir esas palabras sobre Cristo? ¿Quién es don Giussani?». El vínculo entre belleza y sufrimiento se convirtió en un tema central en sus intervenciones durante las semanas siguientes. Otros participantes empezaron también a organizar veladas, dando vida a un club de lectura y noches de escritura. Pero la respuesta más sorprendente llegó de un grupo de recién graduados. Después de poner en duda al principio la posibilidad de “disfrutar” de una velada como la nuestra, fueron los primeros en preguntar cuándo sería el siguiente encuentro. Las preguntas que les planteaba la Wanderer-Fantasie de Schubert sobre cómo la vida entra en relación con el infinito llegaron a su tiempo (aunque no estaba previsto). La música y las palabras de don Giussani resonaron con ellos y en ellos.

Esta “Spirto Gentil Society” –un milagro para mí y para mi mujer– ha sido en definitiva el resultado de la obra de Cristo dentro de una amistad que se nos dio hace cinco años y que siempre había quedado descuidada a causa de la distancia considerable. Nunca había participado regularmente en la Escuela de comunidad y actualmente no existe un grupo de CL en Baton Rouge. Lo intenté hace unos años y duró unos meses –todos se acabaron mudando– pero, como todos mis intentos en CL o actividades vinculadas a CL, dio paso a una nueva amistad. Fue entonces cuando conocí a Tom y Marta. Habían venido para pasar un tiempo y después de conocerles, mi mujer y yo les veíamos como 12 de cada 14 días. En ellos reconocimos alguien que quería lo mismo que nosotros de la vida e instantáneamente nació entre nosotros una “compañía guiada a la felicidad”, como dice don Giussani en El milagro de la hospitalidad.

Estuvimos así dos años, pasando juntos las vacaciones, incluso después de mudarnos a otro estado. Pero en 2021 la estancia de Tom y Marta acabó y volvieron a Italia. Nos dolió bastante porque fue justo cuando regresamos a Baton Rouge. Cuando nos dijeron que se iban nos invadió una gran tristeza, aún ahora, mientras escribo, noto que ese dolor no se ha apagado. Siempre echaré de menos a estos amigos, pero esa melancolía ha sido un don y un estímulo en nuestras veladas musicales de Spirto Gentil.

Tras la marcha de Tom y Marta me obsesioné un poco con el trabajo, estaba un poco deprimido y buscaba otras distracciones. Después de un mes hablando todos los días con Tom y Marta por teléfono, me di cuenta de que mi actitud estaba siendo torpe y egocéntrica. Ellos estaban empezando en una nueva parroquia en su país mientras yo me dejaba llevar por la autocompasión para aislarme del riesgo de hacer (nuevas) amistades que reconocía que deseaba. Su testimonio, tal vez casual en esta circunstancia, me sacó de la inercia. Seguía estando triste, pero ahora afirmaba “un cumplimiento hacia el que me encaminaba”, como dice Giussani comentando La ballata dell’uomo vecchio de Claudio Chieffo. Por fin me empecé a desbloquear y pude recoger el desafío que me lanzó mi mujer. Reaccioné y nació nuestra “Spirto Gentil Society”.

Intentando traducir mis deseos en palabras, le dije a Tom: «Me estaba preguntando dónde encontrar otro amigo que diga “sí” a todo mientras busca respuesta a nuestro deseo de felicidad. Tal vez una velada musical me ayude a encontrarlo».

La respuesta de Tom me hizo entender que las veladas de Spirto Gentil son una bendición. Nacen de un deseo fundamental, pero solo han podido llevarse a cabo después de la gracia y el dolor de una amistad perdida que me ha devuelto a la posición del mendigo. Me escribió: «Leyendo esto pienso en todo lo que habríamos podido hacer juntos en Baton Rouge… Pero tal vez nuestra amistad tal como es ahora puede empujarnos a dar más allí donde estamos, con otros que también buscan esa pasión infinita. Yo tengo el mismo deseo, quiero encontrar amigos con los que crear ocasiones de encuentro y compartir nuestra pasión por la vida con otros, pero soy un pobrecillo. No soy capaz de hacer nada solo. Pero ver lo que vosotros hacéis me hace desear más».

Tom tenía razón. Probablemente habríamos hecho cosas preciosas si siguiéramos juntos en Baton Rouge. Pero no estoy seguro de que mi mujer y yo hubiéramos abierto nuestra casa para compartir una hora tomando algo y escuchando a don Giussani, Mozart, Chopin, Schubert, Tito Schipa... La respuesta de Tom muestra una conciencia que me gustaría tener siempre. «El hombre no puede ser humilde si, por una parte, rechaza su nulidad y, por otra, no entiende ni reconoce la victoria de Otro, su Presencia victoriosa», como dice Giussani a propósito de la Liturgia de san Juan Crisóstomo.

LEE TAMBIÉN – Una universidad católica para Hong Kong

Mirando atrás, me resulta fácil decir que yo tampoco puedo hacer nada solo. Pero afortunadamente Cristo me ha hecho sentir constantemente su Presencia en mi familia gracias a la amistad con Tom y Marta, aunque ahora ya no estemos juntos. Cualquier deseo positivo que Tom dijera que podía haber visto en mí nacía siempre por algo que yo ya había visto en él. Por eso digo que nuestra “Spirto Gentil Society” es un milagro. Como dice Giussani en El milagro de la hospitalidad, «el paso divino entre los pasos de la compañía humana».
Bill, Baton Rouge (Louisiana, USA)