Ansia viva

El País
Luz Sánchez-Mellado

Son diez, quince minutos, media hora los peores días, pero esa eternidad en la que se te agarrota el espinazo, se te sale el corazón del plexo, se te viene el estómago a la boca y no te llega el pijama al cuerpo no te la quita nadie. Eso, sin que te pase nada ni a ti ni a los tuyos sino las prisas, las penas, las presiones, la vida. Nada distinto de lo que te pasaba anoche, cuando cogiste la cama como quien coge el último tren de vuelta al útero y cerraste al tiempo las pupilas y las rendijas del pánico a los peligros de ahí fuera. Bendita cama. Bendito sueño. Bendita tregua. Porque la guerra sigue. Cuando vuelves en ti de repente, siempre a la misma hora de la madrugada oscura del alma, malditos biorritmos, ahí sigue el dinosaurio, Monterroso no se inventaba nada.