Un párroco argentino a las puertas de Mosul

El Mundo
Francisco Carrión

El padre Luis Montes reconoce que tiene un arrebato, una pasión desmedida llamada Irak. "Hay tanta gente buena y necesitada. Acá me siento como en casa. Estaré hasta que me den las fuerzas", admite el misionero argentino en conversación con EL MUNDO. Es primera hora de la mañana en Erbil y este hombre bonachón y hablador relata su periplo por un país despedazado por la violencia al que llegó a finales de 2010. "Estuve cinco años como párroco de la catedral de rito latino de Bagdad y hace algunos meses me mudé a Erbil", explica quien se ha propuesto levantar la primera iglesia católica de rito latino en la próspera capital del Kurdistán iraquí, el último refugio de los castigados cristianos de Irak. "Los cristianos de Mosul no quieren regresar a casa. Fueron sus propios vecinos quienes les traicionaron. En cambio, los cristianos que residían en los pueblos de la provincia de Nínive sí desean volver pero no sé cómo lo van a hacer. Aunque haya comenzado la ofensiva, no está claro lo que vendrá después", arguye este argentino prendado del carácter de "un pueblo mártir".